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Ella no era tonta, sabía perfectamente que había preocupado a sus primos, que había hecho sentir mal  a Hiromi con sus cosas.

Se metían con ella y su gemela en clase. Erin no aceptaba eso, así que buscaba defenderse.

Una vez prendió fuego a algo y ella solamente pudo avivar más el fuego.

¿Cuándo empezaron a meterse con ellas?

Pues empezó en el colegio, un mes después de haber entrado. Una niña empezó a decir cosas malas y mentiras sobre ellas, lo malo era que todos creyeron a esa niña en vez de a ellas y comenzaron a insultarlas.

Al principio se lo decían a los maestros, pero ellos las regañaban a ellas por mentirosas. Una vez hasta le pegaron y la maestra las regañó a ellas.

Tardaron en comprender que la niña que la niña que se metía con ella era la sobrina de la maestra y por tanto era su favorita.

Una vez, esa niña intentó cortarles las coletas con unas tijeras, pero Erin la asustó con fuego.

Ellas nunca habían tenido problemas de autoestima, pero con esa niña y los demás de su clase repitiéndoles que eran tontas y feas, que nadie las querían y que sólo las soportaban por lástima, les era imposible no tenerlas.

Hubo un día en que Erin se enfermó y se tuvo que quedar en casa, ella fue a la escuela.

Ese fue el primer día que empezó a llorar a escondidas a fingir que estaba bien.

Ese día la niña mala fue sola a por ella y le dijo unas palabras que jamás consigue borrar de su mente.

"¿En serio te pones a llorar por unos golpes? Así sólo haces que los que están contigo se preocupen y se pongan tristes. Si sigues llorando te van a dejar de querer, eres una niña débil y tonta".

Esas palabras le afectaron en sobremanera, le crearon una idea equivocaba. Dejó de contar el como se sentía, comenzó a ocultar sus sentimientos y fingir una sonrisa.

¿Por qué habían sido dos en vez de una? Estaba más que segura que si sólo hubiera nacido su gemela todos serían más felices.

Se encontraba llorando en el bosque que daba al jardín, su primo le había leído la mente y escapó para que no se sintiera mal.

Había tirado su collar al suelo antes de llegar ahí, una mujer de cabellera negruzca le había dicho que lo hiciera.

"¿Por qué no te vienes conmigo? Yo haré que nadie te extrañe, después de todo estás sola".

Sus ojos estaban vacíos, no sabía que hacía allí, tampoco sabía si esa mujer tenía razón, pero algo dentro de ella le hacía durar sobre ir con ella.

Escuchó varios gritos diciendo que la soltara, ¿Soltar? ¿A quién? Se dio la vuelta y sus ojos se clavaron en los de una niña rubia de mirada azulina, ella lloraba sin parar.

¿Por qué lloraba al verla? ¿Quién era ella? No lo entendía.

Esa niña repetía un nombre mientras la abrazaba, la mujer de pelo negro se había ido al aparecer de la nada un chico mayor.

"¿Estás bien?" Preguntó una niña pelirroja, al parecer también la conocía.

Cerró sus ojos al escuchar unas palabras de la rubia, no sabía lo que pasaba "Por favor ponte buena..." le pareció escuchar y todo se volvió negro.

Despertó en una cama mirando al techo, bostezó y se frotó sus ojitos azules.

Miró a un costado, había escuchando a alguien murmurar.

"Tú como siempre..." susurró adormilada observando a su similar, esta hablaba dormida.

No recordaba nada más que salir corriendo del cuarto de su primo ayer por la noche, no entendía como había llegado hasta su cama.

Se fue al estudio y se sentó en la silla frente al piano, empezando a tocar con un dedo «Regret Message» le gustaba mucho esa canción.

Cuándo terminó de tocar miró al techo, suspiró ante el pensamiento de que tendría que volver al colegio y soportar todo de nuevo.

"Si no es egoísta... ¿Me puedo quedar más tiempo aquí?".

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