XXXVI

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Una pequeña niña de cabellos dorados algo apagados corría por todo el bosque.

Aquella niña, buscaba a su pequeño amigo: Un pequeño zorro de blanco y puro pelaje.

Al encontrarlo tirado en el suelo lo abrazó aliviada, haciendo que sus cabellos y ojos se volvieran más claros.

-Me tenías muy asustada...- miró al pequeño animal, dándose cuenta que el puro pelaje estaba algo oscureciendo.

Volvió a correr dirigiéndose a un Claro rodeado de agua.

Al llegar posó a su amigo en el agua y rogó.

Rogó al Sol que calentara su corazón, rogó a la Luna que le dejara ver sus ojos, rogó a las estrellas que guiaran su vida, rogó al día que le dejara ver un siguiente, rogó a la noche que no lo llevara, rogó por su vida.

No quería que aquel zorro muriera, no quería despedirse de su amigo, no ahora.

Lloró, fue inevitable, empezó a derramar lágrimas saladas que caían al agua, porque a pesar de ser madura, a pesar de en ocasiones llegar a quemar a aquellos que la tocasen, sólo era una pequeña niña que había perdido a sus padres a manos de los crueles humanos y aquél que la entendía era aquel pequeño zorro de puro pelaje.

Al caer la noche se quedó dormida en las frías aguas del lago, temblaba, más no quería despedirse de su amigo.

Abrió los ojos y se encontró en su cama, movió la cabeza soltando una pequeña risa aliviada y feliz al ver a su pequeño amigo despierto.

-Eres la primera persona que es capaz de ser amiga de un demonio- habló un joven de cabellera dorada
-Porque ambos tenemos un lazo que nos une.
-¿Odio?.
-No, soledad- el joven de orbes azules alzó una ceja -Ambos estamos sólos, a ambos le han arrebatado la oportunidad de ser feliz junto a su familia. Así que eso nos une, hemos cuidado del otro desde que estamos juntos, somos la familia del otro. ¿Verdad, Huali?- el pequeño zorro le dio varias lámidas en la cara, inclusive alguna que otra en los labios, la niña reía feliz
-Entonces, ¿Yo que soy? Shera, te recuerdo que te estoy cuidando.
-Tú sólo eres un chico raro que quiere ser mi hermano y te recuerdo que mi nombre es Sheila, dado a que nací bajo el ocaso- infló sus mejillas infantil, más fueron desinfaldas con varias risas al estar el pequeño zorro dándole juguetonas mordidas en la cara.

Salió de la casa seguida del cachorro, miró al cielo y sonrió susurrando un «Gracias».

Pasaron los días y la nieve llegó, se rió y jugó con ella más una duda inquietaba su mente.

Apiló un montón de nieve y se tumbó en ella mirando al cielo, el pequeño zorro se acurrucó encima de su pecho.

-En otras vidas... ¿Seré feliz...? Tengo miedo de volver ahí. Desconozco que es ese lugar, pero sólo hay oscuridad y yo desprendo luz como un pequeño Sol... fui inicio, el inicio de la luz... ¿Qué seré en otras vidas?- decía acariciando el pelaje de su amigo -En otras vidas... ¿Algún día encontraré a una familia con la que estar inclusive en otras vidas? Yo en realidad añoro eso... Sol que iluminas los días y proporcionas calor, ¿El deseo infantil de esta niña será cumplido...?- su mirada brillaba con inocencia y tristeza, esta era dirigida al cielo.

Volvía a su hogar con mirada triste, no había nadie para recibirla, vivía sola con Huali y nadie se quería hacer cargo de ella.

Llegando a su hogar se chocó con un hombre mucho mayor que ella.

-Perdón... No me fijé por dónde iba...- dijo en un susurro abrazando más a Huali
-Pequeña niña, ¿Sabías que eres muy bonita?- dijo con voz lasciva uno de los hombres que acompañaban al otro, más su tono hizo que empezara a temblar aterrada
-Por favor... Déjenme ir a casa...-  pidió en un susurro, el cachorro gruñía
-¿Dejarte ir a casa? Pero si nos vamos a divertir~- dijo otro hombre.

El cachorro saltó de los brazos de la, aterrada, niña al suelo. Su pelaje se erizó y sus ojos azules brillaban con odio.

-¿Y qué nos vas a hacer cosa amorfa?- preguntó uno de aquellos hombres al cachorro
-¡No! ¡No manches tu puro pelaje con sangre... No vale la pena...- murmuró la niña entre tartamudeos.

El pequeño zorro creó una avalancha de nieve, más al ser aún un cachorro no lo pudo controlar y acabó metiendo en medio a su amiga de cabellos del alba.

La niña se envolvió en una cúpula de cristal, soltaba sollozos que se convirtieron en un llanto aterrado.

-Tranquila Sheila, todo estará bien- dijo aquel joven que la cuidada.

¿Cuánto tiempo había pasado llorando? No lo sabía y ahora mismo sólo se acurrucó en los brazos de aquel joven que le dio un beso en la cabeza con cariño, miró por encima el hombro al cachorro que miraba la escena con algo celos.

Despertó en su cama, se sentía cómoda y calentita metida ahí.

Huali se montó en la cama al verla despertar, frotó su cabeza contra la mejilla de la niña y se metió bajo las mantas acurrucándose en ella, para quedarse dormido al poco tiempo.

-¿Cómo estás pequeño Sol?- preguntó el joven
-Estoy mejor, gracias por ayudarme antes- dijo con inocencia y una sonrisa, el joven besó su frente con delicadeza
-No es nada, sabes que me considero tu hermano mayor.
-¡Ship! ¡Eres mi hermanito mayor y te quiero mucho!- dijo con un leve rubor en sus mejillas.

El cachorro se hundió más en las sábanas, no entendía lo que le pasaba y no le gustaba.

A la noche se dirigió a ver al joven de dorada cabellera.

-¿Pasa algo Huali?- el cachorro se montó en su regazo y lo miró a los ojos
-Alejate de ella- gruñó enfadado
-Soy su hermano mayor-
-¡No la conoces!-
-Mira cachorro, eres un demonio y ella una bruja. Normalmente estaría penado que te enamoraras de esa forma romántica- el zorro de puro pelaje lo miró extrañado
-¿No sabes de lo que hablo? Bueno, aún eres un niño...- el cachorro volvió a la habitación confundido.

No podía dormir, el joven brujo le había dicho cosas extrañas.

Miró a la infante descansar en la cama.

¿El amor romántico no era como se querían un papá y una mamá?.

Miró a la niña y sintió su cara arder, por suerte todo su ser estaba tapado con pelaje de color puro.

Agachó sus orejas y se acurrucó en ella al recordar que nunca podrá decirle nada, después de todo un demonio y una bruja no podrían criar.

-Te quiero...-

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