XX

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Se encontraba en la salita de aquella casa donde la habían acogido, aún no entendía muchas cosas, pero estaba feliz.

Tenía en las manos un espejo que ella solía invocar, normalmente era para ver otros mundos o a otras personas, aunque algunas veces también se ponía a hablar con la persona que había dentro de ella; se la hacía más cómodo que hablar en su mente y de este modo podía observar a la joven de dieciséis años mejor. Nunca lo admitiría, pero la estaba empezando a considerar su hermana mayor.

Hablaban de un tema que le hacía doler la cabeza "amor", pero ¿Por qué no es lo mismo el amor que sentía por ella, que por el que sentía por sus amigos? ¿Y por qué no era lo mismo el amor que sentía por Ewan que por, por ejemplo, Luna o Allen?
-¿En serio no lo sabes?- preguntó con algo de burla en su voz
-No... ¡Es que es muy extraño!- se quejaba, llevaba unos días así y de cierto modo le molestaba
-Shhh, no grites que despertarás a toda la casa. Aún no entiendo el porqué te levantas tan temprano y eres capaz de acostarte tan tarde-
-¿Quizás porque soy artificial? ¿Un ser creado con partes de otros?- dijo con odio, odiaba eso de si misma
-Kira, que tu cuerpo sea artificial no significa que tu alma lo sea. Ambas hemos visto tu alma, no tiene costuras así que no es artificial- le explicó a la niña albina
-Ya... pero, ¿A qué te refieres con que  estoy enamorada de Ewan?-
-¿En serio no lo sabes? Lo quieres como a un novio-
-Lo veo como a un amigo...- se estaba cansando de repetirle, parecía un disco rayado
-¿Lo comprobamos?-
-¿Cómo?- preguntó curiosa
-¿Tú le darías un beso a Haru o a Allen?-
-Sip, ya se los doy. Aunque a Haru no mucho porque se pasa todo el día dormido- habló con inocencia
-Perdón, no me explicado bien. Me refería a un beso en la boca- explicó la joven del espejo, la pequeña niña de tan sólo siete años agachó levemente sus orejas de zorro sin entender -. ¿Le darías un beso en la boca a otra persona que no sea Ewan?- la joven del espejo sonreía con tranquilidad y paciencia, sabía que esto era muy complicado y más para una niña como lo era Kirai
-No, no me imagino haciendo eso...- dijo mientras negaba con la cabeza, ni ella misma entendía lo que le pasaba
-¿Qué sentirías si Ewan se echa una novia?- la niña albina achacó sus orejas y sus colas, le empezó a doler el pecho sin razón
-No sé...- dijo en apenas un susurro
-Dices que no sabes, pero tus orejas y colas están gachas-
-¡Es qué es difícil!- la joven que cabellera ceniza volvió a sisear para acallar a la menor -. Perdón...-
-Entiendo que te resulte difícil y lioso, pero tienes que darte cuenta de que eso que sientes no es amistad y que por eso mismo te duele el imaginarte a Ewan saliendo con alguien que no seas tú- la pequeña albina con síndrome de Alejandría infló sus mejillas -. ¿Te lo imaginas casándose con otra persona? ¿Y tener bebés con esa chica?- a la joven del espejo le dolió ver como los ojos púrpuras se llenaban de lágrimas y las orejas y colas de zorro níveas se agachaban totalmente -. Tranquila... No estés así...- la chica del espejo dejó de reflejarse, mostrando a la niña su propio reflejo
-No entiendo que me pasa...- murmuró al borde de lágrimas
-Estás enamorada, ¿Por qué no te imaginas a ti siendo su novia? ¿Dándote a ti los besos en la boca?- tras decir eso las orejas y las nueve colas de la niña volvieron a ponerse bien, con la diferencia de que sus colas habían ido a parar a su cara intentado cubrir el leve, pero notorio rubor en sus mejillas debido a la palidez de su piel
-Me siento rara...- murmuró aún con sus colas tapando su cara ruborizada
-¿Te gustaría estar con Ewan como Ethan y Hikaru?- preguntó con calma, cautela y tranquilidad la chica de ojos verdosos
-Sí...- murmuró entre tartamudeos, se sentía extraña.

Tras un par de horas una joven de dorada y corta cabellera salió de la habitación y se dio cuenta de la niña albina que se cosía en el sofá
-¿Por qué te coses...?- preguntó aterrada acercándose a ella, después de lo que pasó con el pobre Ethan hace poco tiempo solía temer de los niños.

El corazón de la joven se quiso salir por la boca al ver todas las costuras que tenía en el brazo
-¿Por qué...?-
-Soy así, si no me coso y las costuras se infectan puedo morir- habló tranquila y tras terminar de coserse, las costuras de su piel dejaron de ser visibles
-Ya veo... ¿Y ese espejo?- preguntó curiosa
-Es mío- agarró el espejo y tras toquetearlo un poco se mostró a un joven de tez ligeramente bronceada, cabellera castaña oscura y ojos igualmente oscuros.

La joven de cabellera rubia agarró el espejo con fuerza
-¡ESE CABRÓN PUEDE QUEDARSE AHÍ! ¡CÓMO VENGA LO VOY A MATAR!- terminó de hablar tras tirar el espejo al suelo con fuerza, asustando tanto a la niña albina como a la joven que residía en el cuerpo de la niña.

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