LIII

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Estaba devastada, su gemela había muerto por su culpa.

¿Tanto le hubiera costado decirle que también quería  casarse con ella, aunque fuera una mentira?

Había pasado tres meses y su madre estaba devastada también, le obligaba a vestirse con la ropa de su gemela.

Cada que se miraba al espejo  con esos vestidos le recordaba a Angélica, parecía como si ella no se hubiera ido.

— ¡Niños, a comer!— escuchó la voz de su madre desde la planta baja, así que bajó a comer
—Mami, ¿Qué hay de comer?— preguntó la castaña de cabellera ondulada
—Tu comida favorita, puré de calabacín— dijo con una sonrisa, la castaña hizo una mueca: ella era alérgica al calabacín, era a Angélica quién amaba esa comida —. ¿Pasa algo, cariño?— ¿Cariño? ¿Desde cuándo su madre la llama de esa manera?
—¿Por qué le has puesto eso a Jack? Sabes que es alérgico.
—¿Jack...? Ella es Angie, es Angélica, mi ángel, Jackie está muerta y es lo mejor para todos— la castaña salió corriendo a su habitación tras escuchar esas palabras.

Pasaron varios meses desde aquél incidente, estaban en un psicólogo, Jackie empezaba a decir que era su hermana muerta.

—¿Qué le pasa a su hija?
—Es mi hijo...— el hombre suspiró —Está empezando a decir que es su hermana muerta...
—Pero, ¿Qué dices? Papi, si soy yo Angie... Jack es quién está muerta... A mami también le gusta eso...— el psicólogo suspiró, esto iba a ser duro.

Con el pase de los años lograron volver a Jackie en sí, pero ella tenía un problema según su madre, pues había cogido la manía de ponerse ropa de su hermano.

—¡¿Qué haces con esa ropa?!
—Me gusta... Me siento cómodo en ella...— tartamudeó. El sonido del impacto de la mano de la mujer contra la mejilla de su hija resonó en todo el lugar
—¡¿Cómo que te gusta?! ¡¿«Cómodo»?! ¡¿Te sientes «cómodo» con eso?!
—Sí...— tartamudeó
—¡Angélica, déjate de tonterías y habla como niña!
—Pero soy Jackie...— recibió otro golpe en su mejilla
— ¡Esa niña está muerta!— ahí comprendió que quizás era bueno fingir ser Angélica.

—Kyle... Mamá y papá se pelean mucho...
—Quizás si dejaras de robarme la ropa y dejar de referirte a ti misma como un «él» no habría tantos problemas...— una parte de su corazón se rompió ante esas palabras.

—¡Deberías tratar mejor a Jack!
—¡Ella está muerta!
—¡¿Cuántas veces más te lo tengo que repetir?! ¡Angie es quién está muerta y sabes perfectamente que Jack es un niño!
—¡Me da igual eso!
—¡Nació como un niño! ¡Sabes que nació con un problema en sus genitales, por eso parece que es niña! ¡Pero cuando crezca ya verás que tendrá la voz grave y barba! ¡Tiene testosterona! ¡Basta de jugar a las muñequitas con él!
—¡Será una niña! ¡Haré que sea una niña!
—¡Si le haces algo pido el divorcio!
—¡Pues pidelo!— escuchó toda la conversación a escondidas. Un «click» hizo en su cabeza, se sentía como un niño, por eso quería comportarse y vestirse como tal
—Soy un niño...— susurró y se fue a su habitación.

Estaba en su último año de primaria y había decidido ir vestido con el uniforme de su hermano, pues se encontraba enfermo.

—Jackie... ¿Por qué te vistes como un niño...?— él mencionado soltó una leve risa nerviosa ante la mención
—Pues... El mío estaba manchado de leche... Sin querer me la eché encima... Y como iba a llegar tarde cogí el de mi hermano al no tener de respuesto...— sus amigos se alejaron de él y no volvieron a hablarle en todo el día.

Ese mismo día al llegar a casa y poner la misma escusa, su madre le dio unas pastillas
—Mamá, ¿Para qué son?
—Son anticuerpos, hija— respondió.

Esos anticuerpos le habían sentado mal, empezaba a sentirse extraño y sus padres se habían divorciado por culpa de las pastillas que se tomaba.

Había pasado un año desde aquello, y su madre había ganado el juicio, ella tenía la custodia. Más de vez en cuando iba a pasar días con su padre y esta era una de esas ocasiones.

—Hola papá, espero no molestar...
—No molestas hijo y ¿Qué haces con el uniforme femenino?
—Era lo mejor para todos...
—¿Tu madre y sus golpes?
—Sí...— entró a una habitación y dejó sus cosas ahí.

Al bajar con ropa masculina y de su talla, se sentó en el sofá y vio lasaña para comer, agradeció a su padre —pues era su plato favorito— y se dispuso a comer.

Tras lavar los platos siguieron con una charla sobre el por qué su aspecto femenino.

—¿Sigues tomándote las pastillas que te da tu madre?
—Sí... ¿Qué son?
—Hormonas femeninas
—¿Qué? ¿Es por eso que sigo pareciendo una niña...?— suspiró
—¿Tu madre te lleva a pincharte?
—Sí... Bueno, lo hacía... La primera vez monté un espectáculo y tras la paliza que me dio empecé a utilizar una escusa que le gustaba más.
—¿Cuál?
—El irnos a comprarme ropa. Al menos me deja comprarme pantalones y sudaderas... Ya me he acostumbrado a los vestidos... De cierta forma me gustan...
—Jack... Tú no eres Angélica
—Lo sé, pero cuando me pongo un vestido y me miro al espejo me siento tan... Nostálgico... Y hay algo que me dice que sigue viva...
—Ya veo...
—Si Kyle no viene es porque tiene Alienación Parental o como se llame... Mamá le ha metido en la cabeza que eres un monstruo... Allá él.
—Me alegra que tú no pieses igual.
—¿Cómo odiar al único progenitor y familiar que no me mira raro por querer ser un niño?— soltó una pequeña risa amarga.

—Sólo quiero ser yo... Pero todo el mundo ama a la persona que intento ser... ¿Y si sigo fingiendo ser una chica? Será lo mejor... Pero me gusta ser Jack, en vez de Jackie Myers...

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