Pesadilla de 24 horas

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Te echo de menos.
Cuando veo los últimos 15 minutos del sol.
Cuando veo al oscuro cielo.
Te echo de menos, cuando camino por la calle.
Cuando veo las olas del mar, cuando veo la luna reflejada en el agua.
Te echo de menos cuando me pongo mis audífonos y escucho canciones que me hacen sentir aún más triste.
Te echo de menos cuando veo una pareja feliz por la calle, o en alguna película.
Te echo de menos cuando escribo, cuando leo, cuando sueño.
Te echo de menos 24 horas al día.
Te echo de menos cuando el viento me despeina, cuando el frío me acaricia.
Te echo de menos cuando intento dormir, o cuando sencillamente estoy sentado.
Te echo de menos cuando estoy ebrio o drogado.
Te echo de menos cómo a nadie en el mundo.
Te echo de menos cuando llueve, cuando está nublado, incluso si no lo está.
Te echo de menos, mañana, tarde y noche.
Te echo de menos, cuando todas las luces de la ciudad están encendidas, y las calles vacías, cuando el silencio de la noche te hace sentir realmente vivo.
Te echo de menos que puedo comparar este sufrimiento con el sol.
Te echo de menos desde enero hasta diciembre.
Te echo de menos, cuando pienso, cuando existo, cuando estoy despierto. Y quiero que se detenga ésta pesadilla. Necesito que esto se detenga.

Todo acabóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora