Libertad

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Pongo sobre mi espalda, mis ideas contraproducentes de lo que se supone que en mi cabeza es la base de mi existencia.
No comprendo porque ver el amanecer lastima, y ver el anochecer me hace sentir aliviado.
Es una guerra constante que combustiona día y noche.
Me quedo viendo fijamente lo que pude llegar a ser, si tan solo hubiese tomado decisiones más racionales.
Pero la mayoría del tiempo hago cosas que nunca termino de comprender, y tomo decisiones que están mucho más allá de lo que puedo controlar.
Mis supersticiones se interponen entre lo que creo, y lo que veo.
Consigo sostener el presente entre mis manos, pero al hacerlo, olvido todo lo que soy.
Mi sangre hierve, evaporando cada pequeño fragmento de lo que he deseado ser.
No veo la hora en la que llegue a casa a dormir.
Porque pareciera que aunque estoy dormido, mi alma siempre está en movimiento.
No sé si soportaré más tiempo.
No sé si lo controlaré hasta el fin de mis tiempos.
El dolor se desvanece con el pasar del tiempo, pero el sentimiento de fracaso te absorbe hasta los huesos, volviéndote una unión entre emociones desconcentradas y una mente desubicada, sin destino, sin casa y sin camino.
El universo sabrá cuando he de detenerme.
El futuro será quién decida lo que resta de lo que en teoría es mi existencia.
Porque jamás he bebido en la copa de la libertad.
Nunca nadie lo ha hecho.
Y no seré el primero, así le ruegue a todos los Dioses que ha creado la ficción del ser humano.

Todo acabóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora