No hay amor perdido

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Un sentimiento extraño, de desconocimiento sobre mi propia mente.
La noche me acecha para comerme vivo y escupirme en la mañana siguiente.
No hay amor perdido.
Intercambio mi estabilidad por recuerdos tuyos, para seguir inyectandolos en mis venas, y asesino mi nirvana a cambio de promesas perdidas en el pasado, para luego inhalarlas a mitad de la madrugada.
Un sentimiento extraño se apodera de mi sangre a las 2:00 de la mañana, recordándome que no hay una vida por vivir, ni un trofeo por seguir.
Las manecillas del reloj se clavan en mi espalda, perforando y dejando inservibles mis fuerzas por querer luchar contra lo que me consume en el día.
Diez, veinte, treinta años, quién sabe cuánto tiempo más seguiré sin un camino.
En las noches, salgo a fumar lo que en ocasiones suele ser la serenidad que me mantiene atado a la vida.
La luz de luna me aprieta el pecho.
Y se acorta mi instancia en la mente de las personas.
Creo.
Creo que jamás hubo un amor perdido.
Sino dignidad perdida a cambio de suposiciones de lo que alguna vez creí que fue amor.
Cada segundo soy más inerte, y nunca estuve tan agradecido por ser yo.

Todo acabóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora