Daigo entró en el cuarto, las puertas fueron cerradas con diligencia por las doncellas que lo escoltaron al lugar. Llevaba las prendas propias de una celebración, destacando por su elegancia en el corte de la tela como los colores sobrios, tal como su esposa e hijo. Daigo observó atentamente a Hyakkimaru quien desde que entró puso toda su atención en ese hombre de alma rodeada por flamas demoniacas. Algo que solo vio en demonios y humanos que arrebataron la vida de otros. No comprendía del todo por qué esas flamas se originaban en seres humanos; sin embargo, lo mantenían atento y precavido de la maldad que poseían algunos en sus corazones.
-¿No me saludarás muchacho?-dijo dirigiéndose a Hyakkimaru.
-Padre...él...-
-Tahomaru...cuando el señor está hablando no es correcto interrumpirlo menos tratándose de modales básicos incluso para un ronin ¿Qué sucede últimamente contigo?-preguntó sorprendido.
-Lo siento...-
-Descuida, no tiene importancia-
Tahomaru sopesó sus acciones. Lo que dijo su padre era cierto, nunca antes, fuera en reuniones o consejos de guerra donde de vez en cuando lo dejaba participar para escuchar la experiencia de los diferentes generales bajo su cargo, intervino a mitad de una plática interrumpiéndolo, siendo una virtud para un heredero bien instruido como el, guardar silencio y escuchar a su señor.
-¿Qué me pasó?-
Tahomaru dejó de pensar cuando su padre cuestiono a Hyakkimaru, solo pudo pensar en intervenir para protegerlo, una sensación extraña ya que este no corría peligro en absoluto por una simple pregunta aún más cuando su voz relajada y la tonalidad suave reflejaban que no era molestia lo que sentía su padre sino curiosidad y duda.
-¿Y bien muchacho?-
-Mi señor, por favor...-
-¿Qué pasa?-dijo sorprendido al escuchar a Oku hablando en mitad de una cena cuando esos asuntos le eran indiferentes.
-El joven Hyakkimaru no suele ser muy expresivo...-repuso como si lo conociera de mucho tiempo.
-¿Tú también? Hoy están actuando demasiado extraño....-
-Buenos es que yo...-
-Madre tiene razón, padre...Hyakkimaru apenas ha aprendido a hablar, cosas como saludos elegantes o formales no deben ser términos familiares para el-
-¿Apenas habla? Me gustaría escuchar sobre eso-
-Mi hermano no suele caer en esos formalismos-dijo Dororo.
-Oh un pequeño niño ¿Eres su sirviente?-
-Sirv... ¡No! ¡Viajamos juntos!-
-Que peculiar...-mencionó tomando asiento-dejaré pasar por esta ocasión lo usual en las formalidades, porque he escuchado mucho sobre el ronin que fue capaz de lidiar con un demonio que mis sirvientes dejaron escapar-
-Mi hermano es muy fuerte-dijo Dororo.
-Eso escuché....tomen asiento...-
Dororo observó al hombre con recelo, desde el comienzo no le agradó la expresión de su rostro ni el aura que transmitía que a diferencia de Tahomaru o su madre. No era una sensación gentil y agradable sino por el contrario pesada y llena de hostilidad. Tahomaru y su madre tomaron asiento seguidos de Hyakkimaru quien con ayuda de Dororo lo hizo.
-¿Estas bien?-dijo Dororo en voz baja.
-Demoniacas...-
-¿Qué dices?-