La llegada

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La llegada de Daigo Kagemitsu fue un acontecimiento para el cual se preparaban tanto los sirvientes como residentes de palacio. Pese a ser avisados con anterioridad, no conocían la fecha exacta de cuando arribaría luego de cumplir el reconocimiento en aldeas cercanas para confirmar que los rumores sobre una posible rebelión orquestadas por otros clanes, en un intento por derrocar su demonio, no fueran otra cosa que simples ideas que terminarían una vez diera advertencias rígidas mostrándose en persona en la investigación y ejecución de los posibles sospechosos mitigando de momento las ansias de cualquier intento que pudiera afectar el control que mantenía sobre los pueblos.

Su esposa e hijo aguardaban en la entrada de palacio, ambos respetando de esta forma la tradición de darle la bienvenida al señor de esas tierras. Tanto Tahomaru como su madre hicieron una reverencia leve, a diferencia de los sirvientes que inclinaron todo el cuerpo mostrando de esa forma su respeto por su amo.

-Mi señor...-dijo Oku.

-Padre...-

Él hizo una señal y ellos dejaron de realizar la reverencia igual que el resto de habitantes del palacio. Los caballos fueron tomados por los sirvientes encargados para llevarlos a los establos, donde serían alimentados luego del arduo y largo viaje que tuvieron que realizar.

-Padre, espero hayas tenido un buen viaje...-

-Complicado, pero nada que no se pueda manejar, quedaste a cargo por primera vez de las tierras ¿Supiste comportarte a la altura?-

-Cumplí con mi deber como futuro señor-

-Eso espero, cuando sea momento hablaremos de cualquier situación de importancia que haya surgido-

-Si-

-Por el momento me encuentro demasiado agotado, puedes regresar a tus aposentos y descansar un poco...mi señora es libre de hacerlo si desea-dijo volviéndose a Oku.

-Gracias, mi señor-

Ella hizo una reverencia rápida, retirándose junto a sus doncellas de regreso a la habitación, en la cual rezaba a la estatuilla desde muy temprano, a veces sin siquiera dormir, cosa que ya era una costumbre arraigada.

-Padre, quería comentarte sobre...-el pensó en decirle de sus invitados, ya que en verdad un tema como ese podría considerarse delicado con el hecho de espías merodeando la zona.

-Habrá tiempo de reportes luego, no dejes de cumplir tus horarios de práctica con la espada. Espero ver una mejoría en tus habilidades, la última vez el cambio fue aceptable pero no extraordinario-

-Sí, padre-

-Un señor debe estar listo siempre para la guerra, y destacarse más que nadie frente a su ejército ¿Comprendes eso Tahomaru?-

-Sí, no te decepcionaré-

-Muy bien, puedes retirarte-

Tahomaru hizo una reverencia, alejándose de su padre que se dirigía hasta sus aposentos. Mutsu y Hyogo permanecieron al lado del joven amo aguardando las órdenes que diera.

-Practicaré con el arco...-dijo Tahomaru.

-Joven amo, aun no son horas de su entrenamiento-dijo Mutsu.

-Sí, lo sé-

Sin cuestionar o realizar otra pregunta, tanto Mutsu como Hyogo se apresuraron en preparar todo para comenzar la sesión de entrenamiento desde muy temprano a diferencia de otros días.

Dororo cerró la puerta del cuarto una vez ceso todo el alboroto que se realizó luego de la llegada de Daigo.

-No pude escuchar casi nada...-

DestinoWhere stories live. Discover now