Revelación

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Oku escuchó las puertas abrirse y los caballos regresar. Horas antes fue a las habitaciones de su hijo, sin Tsuki para cuidarlas era cuestión de tiempo que notara la ausencia de este, teniendo una excusa acudió donde los invitados con el deseo de ver al joven que desde que se conocieron fue capaz de traer calidez a lo que creía un corazón congelado. Este y el niño quien lo acompañaba en su viaje tampoco se encontraban, confundida no tardó en preguntar a las doncellas, quienes buscaron presurosas a Tsuki, la encargada directa de su atención. Nadie daba razón de su paradero, incluso la misma líder de las doncellas.

-Mi señora le pido mil disculpas...cuando encuentre a esa muchacha...-

-No importa, solo deseo saber de mi hijo y sus invitados...al regresar a palacio comuníquenmelo de inmediato-

-Como ordene-

Ella regresó a sus aposentos, ansiosa y preocupada aun cuando no existían razones para ello. La estatua a la cual rezaba fervorosamente, no le brindaba la tranquilidad que siempre le otorgó. Al contrario, con cada segundo que transcurría, su ansiedad se iba volviendo más y más evidente. No dejó de caminar, sentándose y levantándose reiteradas veces del altar, reaccionando a cualquier ruido que hubiese alrededor. Cuando los caballos regresaron, ella no aguardó el aviso de sus doncellas saliendo de inmediato para darles el encuentro.

-¿Mi señora?-

Daigo bajó del caballo confundido y sorprendido al verla ir hasta la puerta principal de palacio.

-Mi señor...yo...-

Ella buscó con la mirada a Tahomaru o Hyakkimaru con la esperanza de que hubiesen decidido cabalgar a modo de entrenamiento junto a su esposo, pero no fue de esa forma, solo estaba él, su subordinado y otros dos hombres.

-La doncella...-

Oku observó confundida como llevaban a Tsuki al interior de la mansión, estaba inconsciente y la palidez de su cuerpo no revelaba una buena señal sobre su estado de salud.

-¿Qué le sucedió?-

-Nada importante-dijo Daigo.

-Mi señor...-

-Ahora mismo no tengo tiempo de hablar-

Le dio la espalda retirándose por el mismo camino que siguió su subordinado. Dos de sus hombres se acercaron rápidamente.

-Señor el joven amo aun no regresa-

-Tahomaru es sensato, no desobedecerá mis órdenes, al menos no directamente, cuando regrese denme aviso de inmediato-

-¡SI!-

Entró en la habitación que designó para la doncella que ahora cargaba con los demonios, o parte de ellos, en su cuerpo.

-¿Despertó?-preguntó cuando entró.

-Apenas respira mi señor-

-No morirá porque los lleva dentro, mientras sirva continuaremos utilizándola pero es una amenaza...esos demonios...se atrevieron a amenazarme-

La conversación con los demonios aun quedo muy grabada en su cabeza, no era capaz de apartarla, el filo de sus garras recorriéndole el cuello, junto a las voces mezcladas e inhumanas que escuchaba permanecería grabado en su memoria.

-¿Qué sugiere señor?-

-La chica es útil, pero necesitamos asegurarnos que incluso teniendo oportunidad ellos no harán nada para lastimarnos valiéndose de este cuerpo que les permita movilizarse libremente por mis dominios-

-¿No es ir en contra del acuerdo hecho con ellos?-

-Nuestro acuerdo es entregarle a Hyakkimaru, cosa que pienso hacer y mientras no estén cerca podemos asegurar el recipiente-

DestinoWhere stories live. Discover now