La espada de ambos no dejaba de atravesar los cadáveres que continuaban su avance incluso sin algunas extremidades, las flechas de Mutsu incluso al atravesar los cráneos donde eran visibles los pedazos de masa encefálica que aun conservaban, apenas los mantenían quietos antes que prosiguieran avanzando. El demonio zorro observaba el avance de su improvisado, pero efectivo ejercito dejando a la vista sus afilados colmillos.
-Su desesperación...-pensó el zorro demonio.
El sentimiento de agobio iba creciendo dentro de los jóvenes, pero no era suficiente para colindar con el pánico que podrían poseer una vez sus corazones se consumieran lentamente por la oscuridad, algo que incluso ellos como seres provenientes de las mismas penumbras místicas desconocidas para los humanos no eran capaces de otorgar, pero si les era posible acercarlos o darles un empujón necesario a esas turbias aguas de las que nunca podrían escapar.
-No es suficiente...-pensó el demonio.
Hyakimaru atravesó otro cuerpo retrocediendo rozando su espalda con Tahomaru quien apretaba el mango de la espada. Los cadáveres continuaban acercándose. Hyakimaru observaba la energía que rodeaba sus cuerpos, no poseían alma, pero si un fulgor azulado envolviéndoles la silueta muy similar al que emanaba del cuerpo del zorro demonio.
-Son demasiados y no caen...-dijo Tahomaru.
-El demonio...-
- ¿Qué dices? ¿Hablas de ese zorro? -preguntó Tahomaru-no deja de observarnos desde que comenzamos a luchar contra los cuerpos de los hombres de mi padre...nunca le perdonaré lo que ha hecho-
-Demonio...muy fuerte...-
-Si lo es...pero no entiendo...-
-Es él...a él...-
- ¿A él? Yo no comprendo...A él... ¿Te refieres que es a él a quien debemos hacer caer? -Hyakimaru asintió levemente-si cae entonces los cadáveres lo harán también, comprendo...pero...acercarnos...-
-Yo...-
-Déjame ir contigo, si...-
Antes de que pudiese continuar, una de las espadas casi logro atravesarle el brazo derecho, eludiéndolo apenas para que Hyakimaru moviera las espadas incrustadas en las prótesis de ambos brazos, cercenando el brazo donde llevaba el arma. Tahomaru comprendió entonces, que pese a sus habilidades no poseía la misma fuerza o agilidad para lograr llegar hasta la cima del muro, presionó la empuñadura de la espada con tanta fuerza que sus manos perdieron color.
-Tahomaru...-
-Ve, me haré cargo aquí-
-Tu...
-Derrota al demonio zorro por favor, o estos hombres no podrán descansar en paz-empuñó la espada corriendo hacia ellos. Su técnica mejoró considerablemente, varios de los cuerpos perdieron los brazos donde llevaban las armas, la expresión de Tahomaru variaba.
Iba desde el dolor por tratar los cuerpos de miembros del ejército de su padre de una forma tan atroz como el hecho de aceptar que en ese preciso instante la falta de experiencia y fuerza no le permitía proteger todo aquello que deseaba.
-Hyakimaru...confio en él...-
El zorro demonio trajo desgracias a ese pueblo, era hora de que estas se detuvieran, aun no poseía esa fuerza de la que Hyakimaru era dueño; sin embargo. pese a la frustración solo sentía primordialmente la calidez de poner en sus manos el mismo deseo de cuidar de las personas que lo necesitaban, aun desobedeciendo las ordenes de su padre o lo que se esperaría como heredero de esas tierras. Si un demonio o quien fuera causaba tantas tragedias eran hora de extinguir esas llamas de perdición.