Los primeros hombres de Banmon reunían sus tropas cerca del muro como se les ordeno horas antes, la guerra con el clan Asakura pasó a ser una situación inminente pese a la creencia de los soldados, quienes querían creer que pronto desistirían de conquistar sus tierras, ya fuera porque considerarían sus defensas superiores o porque terminarían analizando que no resultaría una estrategia militar que traería múltiples beneficios; sin embargo, con el último mensaje recibido estas alternativas esperanzadoras quedarían desechadas. Los prisioneros de guerra y algunos aldeanos que intentaron cruzar a las tierras de Asakura serían ejecutados en el muro declarando de manera irremediable la guerra.
Daigo supo de esto disponiendo hombres de su ejército para lidiar con esa situación mientras que con otro grupo buscaban a Hyakkimaru, quitarle la vida al mayor de sus hijos resultaba prioritario considerando que fue el motivo de que el acuerdo con los demonios fuera rompiéndose trayendo como consecuencias ese tipo de situaciones no solo con Asakura sino con otros dominios que consideraban aliados.
-Debe morir...-
Era el único pensamiento en la mente de Daigo, su hijo menor dudaba aun pero tenía la convicción de que tarde o temprano terminaría cediendo por el bien de su pueblo. El nunca comprendió del todo a Tahomaru, aun siendo el hijo que heredaría las tierras que tanto valoraba y a quien crio desde pequeño, dándole la misma educación y comodidades que gozaría cualquier heredero, el hecho de mostrar tanto apego al pueblo, sintiéndose interesado en buscar cómo ayudarlos sin desear ampliar las tierras para afianzar su poderío siempre lo intrigo y llego incluso a preocuparlo en cierta medida cosa que fue aumentando a medida que los años transcurrían.
No fue el simple deseo de un niño sino una convicción que terminaría creciendo hasta volverse un ideal que no dejaría ir tan fácilmente, Pese a cuestionarlo en algunas conversaciones compartidas porque siendo su heredero debería pensar de otra manera esto no tardo en cambiar al ser el principal motivo por el cual acabaría considerando, incluso sin admitirlo o no darse cuenta de ello, la idea del pacto.
Porque Tahomaru nunca traicionaría al pueblo que amaba incluso si su hermano era, a sus ojos, injustamente arrastrado en ello. Claro, la carga se haría pesada incluso tomando esa decisión que sería la correcta al beneficiarse y salvarse múltiples vidas, pero serviría para corregir su personalidad que consideraba ingenua y crédula. Tahomaru como su hijo y futuro señor debería tomar decisiones difíciles y esta apenas sería la primera de ellas.
-Señor llegaremos pronto-dijo su subordinado que lo alcanzo luego de verificar el estado que actualmente reinaba en Banmon.
-¿La situación?-
-Los hombres esperan nuestras órdenes, se ejecutaran un grupo de prisioneros, accederán a dejarlos ir si escuchamos las demandas que tienen-
-¿Demandas? ¿Qué tipo de demandas?-
-Control sobre esa parte de Banmon-
-Eso no está a discusión-aclaró Daigo-los hombres que perdamos se recuperarán con otros, pero la tierra y en especial el punto estratégico de los limites es algo que debemos conservar sin importar el costo-
-Daré aviso señor-
-¿Y Hyakkimaru?-
-Continuamos con la búsqueda, pero no logramos encontrarlo. Puede que haya abandonado estas tierras...-
-No, no se irá tan fácilmente, eso puedo asegurártelo. Refuercen la búsqueda, iremos a Banmon para terminar el ridículo intento de guerra de Asakura-
-¡Sí!-
Las ordenes de Daigo fueron transmitidas al centro de la batalla donde los hombres aguardaban una respuesta en plenas negociaciones con el ejército de Asakura. Sukeroku fue llevado con esos hombres cerca del muro, colocándolos en fila, con apenas unos centímetros de diferencia.
