Los temblores que comenzaron en los alrededores del muro alertaron a los pobladores de las tierras de Daigo, que salieron presurosos de sus hogares sin saber que sucedía con exactitud. Las tablas de madera adquirieron una tonalidad muy semejante a las llamas del demonio zorro y los cadáveres alrededor comenzaron a volverse cenizas. Banmon caería por la espada de Hyakkimaru tal como el resto de sus hermanos derrotados por ese ronin que incluso sin subestimar siempre terminaba superándolos. Dejarlo con vida y sin repercusión alguna provocaría que tarde o temprano recuperara su cuerpo, ahora mismo el corazón de Hyakkimaru fue llenándose de un vacío que difícilmente llenaría al separarse no solo de Tahomaru sino el comprender que no podría contar con una de las personas, además de Dororo, en quien llegó a confiar y amar incondicionalmente.
Hyakkimaru observaba los alrededores, el alma de su madre comenzó a opacarse, pero no extinguirse del todo a diferencia de la estatuilla que llevaba cuya energía paso a formar parte del muro.
-Hyakkimaru...-
-Esa voz...-dijo él.
-Hyakkimaru...-
-El demonio....-
-Ganaste, aunque Tahomaru decidiera cobrar tu vida porque te eligió, colocando el valor de estas tierras por encima del tuyo quien no solo eres su hermano sino la persona a quien amo-
-Tahomaru...-
-Lo perdiste, no existe forma de recuperarlo-
-No... ¡No-
Al estar hablando con el demonio perdió noción de lo que pasaba a su alrededor dejando de percibir los gritos o destrucción que reinaban muy cerca. El demonio utilizaba sus últimas energías en mostrarle la pelea que Tahomaru y él compartieron hace apenas unos minutos.
-Tahomaru...-
Hyakkimaru vi como su alma a diferencia de la del heredero de Daigo poseía tonalidades rojizas muy similares a las del señor de esas tierras, sin compararse a la de Tahomaru que adquiría un color pálido que revelaba la pureza de su alma.
Una que le hizo acercarse esa noche en la posada, la misma que sintió cuando compartieron sus sentimientos al entregarse por completo el uno por el otro y ahora lucia claramente perturbada por todo lo sucedido.
-¿Por qué?-
-Ese muchacho es tu hermano pequeño...-
-Mi hermano...-
-Sí, nunca podrán estar juntos-
-¿Por qué?-
-Porque te rechazará, sin importar cuantas veces intentes acercarte...-
-No... ¡No es cierto!-
-Tú mismo lo escuchaste ¿Verdad?-
-Escuchar...-
-¡Demonio!-
Esta última palabra resonó con la voz de Tahomaru, utilizando aquel termino para referirse a él comparándolo como si se tratara de un igual de esas terribles bestias llena de crueldad.
-Te llamó de esa forma...-
-No...-
-Porque no eres otra cosa que un monstruo que amenaza con perturbar la paz de una aldea, de personas que nunca se preocuparon por saber la verdad de porque llevaban una vida tan dichosa, les bastaba con solo hacerlo, seres tan egoístas que no te culparía por odiarlos-
-¡Ya basta!
-No eres más que un demonio para el heredero de Daigo...-
-¡Basta!-
