Tahomaru observó a los hombres de su padre internarse en el bosque, todos ellos armados con arcos y flechas suficientes para derribar un escuadrón del ejército enemigo, solo para perseguir a un hombre que hasta hace poco fue un invitado más de su palacio. El zorro demonio se desvaneció, las preguntas una vez más quedaron sin respuestas, llegando a formarse incluso más de estas sin que Tahomaru pudiese entender o imaginar una situación donde todo aquello tuviera una pisca de sentido. La situación cambió radicalmente, los cadáveres de los hombres antes controlados por el zorro demonio inerte sobre el suelo eran la mejor prueba de la amenaza que suponía el poder de los demonios.
-No dejen que escape...-
-Como ordene señor-
Las órdenes de Daigo no cambiaron un solo instante, estaba decidido a cobrar la vida de Hyakkimaru. Tahomaru se colocó delante del caballo que montaba su padre decidido a no moverse.
-Padre...-
-Regresa al castillo-
-Detén la orden de dañar a Hyakkimaru-
-¿Y porque haría algo como eso?-
-¡Es mi invitado! Yo...-
-Regresa al palacio, es una orden-
Daigo no tenía ni la menor intención de explicarle porque tomó la decisión de atacar al ronin que tanto lo ayudó, ni tampoco que fue todo lo irreal que sucedió hasta hace poco. Todas las voces que provenían de los labios de Tsuki quien lucía como una persona completamente diferente o el hecho que los demonios auguraron desesperación tal como presencio en sus sueños.
-Por ahora nos retiraremos...-
-PADRE-
Tahomaru no levantaba la voz, mucho menos frente a su padre, no solo porque le guardaba respeto sino también al ser su señor le debía obediencia absoluta lo cual debía mantener incluso cuando asumiera el control de esas tierras. Daigo observó a su hijo sin apartar la mirada, habiendo captado su atención luego de esa inusual forma de actuar que no era propia de él.
-Padre...-dijo recuperando la calma-Hyakkimaru es alguien importante para mí...-
-Es solo un ronin-
-Lo sé....-
-Si tanto te impresionó su dominio en batalla puedes conseguir muchos samuráis capaces que te entrenen y si lo que te preocupa es que brindes una pésima apariencia siendo el anfitrión de su visita para ser ahora perseguido, descuida, porque como señor de estas tierras me hago directamente responsable-
-¡No es nada de eso!-
-¿No lo es?-
-No, en verdad guardo un profundo afecto hacia Hyakkimaru y Dororo. No dejaré que los lastimes mucho menos sin razón alguna-
-Ir contra mis órdenes es ir en contra de tu señor-
-Conozco bien las leyes padre-
-Es una traición que se paga con la vida...-
-Incluso sabiendo eso no dejaré de insistir hasta que los dejes en paz. Si crees que han hecho algo indebido tienen derecho a que se les escuche porque...-
-Nuevamente ese pensamiento-
-¿Qué dices?-
Daigo relajó la expresión de su rostro, Tahomaru pudo captar cierta decepción en este o al menos esa impresión le brindo. Pese a ello no bajó la mirada, continuo firme, con la cabeza en alto, dispuesto a proteger ese deseo sin importar cuanto se opusiera su padre negándole explicaciones.
