Oku tardó en tranquilizarse, incluso con las palabras de Tsuki insistió todo el camino hasta su dormitorio en hablar con Tahomaru o Hyakkimaru. Sus doncellas preocupadas la recibieron luego de ser alertadas por Tsuki del estado de su señora. Una de ellas le entregó un té relajante que la ayudaría a dormir, consiguiéndolo a base de mucho esfuerzo. El comportamiento inusual de la señora de la mansión era preocupante desde el banquete.
-Niña no digas una palabra de esto-ordenó la líder de las doncellas que cuidaba de Oku-el amo no debe enterarse del interés de nuestra ama por ese ronin ¿Comprendes bien?-preguntó con voz firme.
-Si...-
-Ahora regresa a tu habitación, mañana hablaremos de tu castigo-
-Si-
-¿Un castigo? ¿Debido a que?-
Las dos volvieron la mirada al escuchar pasos cerca. Mutsu y Hyogo recorrían los pasillos de regreso a sus habitaciones encontrándose con esa particular escena que alcanzaron a escuchar.
-Está prohibido caminar por los pasillos del palacio a estas horas de la noche para las doncellas de su clase-aclaró la anciana-incluso con la ayuda que brindara es algo que no podemos dejar pasar, espero comprenda señorita-repuso realizando una leve reverencia frente a ellos. Su rango era diferente al estar bajo el servicio del joven amo del lugar, y poseían cierta autoridad sobre los demás sirvientes que respetaban las normas al pie de la letra sin importar las circunstancias.
-Ya veo, si ese es el caso está bien-dijo Mutsu.
-Hermana...-intervino Hyogo.
-Las normas son las normas, no importa de quien se trate, por eso mismo debido a la falta me haré cargo de manejar esto, espero no tengas problemas con ello-
-No es usual pero...si eso ordena usted-dijo la líder de las doncellas dubitativa.
-Bien, decidiré yo el castigo por la falta, ahora es mejor que todos regresemos a nuestras habitaciones, es demasiado tarde para causar alboroto aún menos cuando el amo acaba de regresar-
La anciana asintió retornando al cuarto de Oku, donde ella y las demás doncellas a su servicio la atenderían y vigilarían hasta que despertara.
-Algo sucedió con la señora-dijo Mutsu observando la entrada a su habitación-¿Dónde está el joven amo?-preguntó a Tsuki.
-Durmiendo-
-Quiero que me expliques todo lo que pasó. Hyogo puedes ir a tu habitación, si mañana la expedición a Banmon resultó exitosa deberemos recibir noticias desde temprano las que reportaremos para el joven amo-
-Sí, que descanses hermana...tú también-dijo sonriéndole a Tsuki.
-Esta noche parece no tener fin-suspiró Mutsu.
Tahomaru despertó de repente, aun no brotaban los rayos del alba anunciando un nuevo día y el silencio predominaba en la noche. Una punzada de dolor lo hizo abandonar su reconfortante sueño cerca de Hyakkimaru. Un dolor constante en el ojo izquierdo, llevó una de las manos a este, sintiendo la clara palpitación reiterada que no cesó incluso con el transcurrir de los minutos.
-¿Qué pasa?-
-Duele... ¿No?-
-¡¿Quién dijo eso?!-
La misma voz que escuchó en sus pesadillas y sueños confusos ahora resonaba en la habitación. Intentó volverse a Hyakkimaru pero este ya no estaba a su lado, de hecho el cuarto cambio por completo. Ahora se encontraba en el exterior, frente al muro de Banmon, el cual empapado en sangre y rodeado de cadáveres esparcidos por sus alrededores algunos ya putrefactos otros con los huesos blanquecinos sobresaliendo de las partes que aun poseían carne.
