Tahomaru se vio a sí mismo, correr entre cuerpos, todos ellos con las cabezas hacia abajo sin poder verles el rostro, empapados en sangre y agua, flotando gracias a ellas. A lo lejos distinguió su silueta, la reconocería sin importar de qué manera fuera, donde se encontrara o el tiempo que transcurriera. Hyakkimaru con ambas espadas que goteaban sangre desde la punta respiraba agitado aun atravesando el cuerpo de uno de los soldados de su padre.
-Hyakkimaru...-
-¡TAHOMARU!-
En ese grito pudo percibir el rencor, dolor y tristeza que guardaba para él luego de haberle dado la espalda al decidir por encima no solo de él sino de ambos, al pueblo que lo necesitaba.
Tahomaru despertó, yacía acostado en una superficie suave y cómoda. Los vendajes del rostro le impidieron moverse tal como haría normalmente al igual que el resto que cubrían las heridas de las demás parte del cuerpo.
-¿En dónde estoy?-
-¡Joven amo!-
-Hyogo...-
Uno de sus subordinados más cercanos y amigos entró por la puerta, llevando una bandeja donde reposaba un recipiente de agua caliente limpiando el sudor provocado por la fiebre desde que rogara junto a su hermana de ser los encargados de su vigilancia en la recuperación que llevaría hasta que sus heridas cerraran de manera permanente sin existir riesgos.
-Hyogo... ¿Dónde?-
-En palacio joven amo-
-Palacio... ¡Hyakkimaru!-
Al incorporarse un dolor agudo recorrió sus brazos y parte del rostro, Hyogo le ayudo a recostarse. Tahomaru llevó una de las manos por encima de su ojo vendado que pese a sus esfuerzos no era capaz de abrir incluso teniendo los vendajes.
-Este ojo...-
-Joven amo...el médico dijo que...-
-Entiendo, no necesitas explicarlo-
La herida era suficiente profunda para comprender incluso sin verla que no sanaría. Hyogo acomodó las sabanas del futon, remojando los paños en el agua caliente colocándolo sobre su mejilla.
-¿Qué paso con Hyakkimaru?-
-No lo sabemos-
-¿Dejo el pueblo?-
-Al parecer eso hizo, pero es difícil asegurarlo no se ha realizado una búsqueda completa en los alrededores de Banmon-
-¿Por qué no?-
-La lluvia dificulta el paso...-
-¡¿Lluvia?!-
Tahomaru escuchó antes sobre la falta de lluvia en los sembríos provocando preocupación entre los pobladores que dedicaban su mayor actividad económica a la cosecha de arroz.
-Regresó a las pocas horas de que retornáramos de Banmon-
-Entonces es cierto...-
-¿Qué joven amo?-
-Los demonios cumplieron su parte del acuerdo, regresaron las lluvias a nuestro pueblo porque el contrato continua de otra manea las cosas no hubiesen cambiado ni un poco, esto solo quiere decir que buscan reafirmar nuestra decisión de ir tras mi...mi hermano...-
-No piense en ello por el momento joven amo-
-¿En qué otra cosa podría pensar?-
-En recuperase, es lo único que debe importarle ahora-
