Golpee suavemente con los nudillos la puerta de madera perfectamente barnizada que tenía frente a mi.
Estar frente a la puerta del despacho de Manuel Martos podía significar unicamente dos cosas, quería darte la enorabuena o quería despedirte. No digo que fuera de ese tipo de personas que ni siquiera te dan los buenos días, el simplemente mantenía una relación estrictamente profesional con cada uno de sus artistas.
Me aventuré a pasar al interior con sumo cuidado dada la nula respuesta que había obtenido por su parte. No me gustaba ser impertinente pero no podía quedarme toda la mañana frente a esa puerta, destrozándome los nudillos mientras mi cabeza cavilaba. El había sido el que me había mandado a su secretaria llamarme anoche para concertar esta cita.
Aparentemente allí no había nadie, aunque para ser sinceros cualquiera podría perderse en ese enorme despacho que de vez en cuando hacía hasta algo de eco dado lo vacío que estaba. Recorrí de nuevo el espacio sin resultado alguno asique opté por sentarme en una de las cómodas sillas que tenía frente a su escritorio de cristal para cuando alguien venía a su cita.
Las vistas que tenía desde aquel lugar eran espectaculares gracias al enorme ventanal que cubría parte de las paredes. Todo Madrid podía verse desde allí, a una gran altura eso si.
- Buenos días Ana
Una voz masculina tras de mi me hizo sobresaltarme al tiempo que me giraba para observar que, como no podía ser de otra manera, el director de Universal Music se encontraba allí.
- Siento haber pasado sin permiso pero no me contestabas ademas de que soy muy inquieta, ando preocupada por esta reunión desde ayer - parecía que nadie podía frenar mi discurso de disculpa
- Ana relájate porfavor
Cuando volví a sus ojerosos ojos marrones ví como una leve sonrisa aparecía en sus labios dándome una tranquilidad que no duraría mucho pero al menos serviría para que dejara de hablar como una locomotora en marcha.
Tomó asiento frente a mi en su cuidado sofá de cuero y se ajustó la chaqueta con total naturalidad justo antes de reclinarse sobre su sofá de brazos cruzados.
- ¿Has desayunado hoy?
- ¿Que? - arrugué el ceño
- Que si has desayunado hoy, puedo pedirte un café con algo de comer aunque en tu estado creo que sería atentar contra tu sistema nervioso - sonrió divertido
- Gracias Manu pero justo por mi sistema nervioso prefiero escuchar lo que tengas que decirme, no podría digerir nada de lo que me des con este nudo en el estómago - sonreí bajando la cabeza unos segundos
- Ana - se reclinó sobre su asiento - Sabes tan bien como yo que tu carrera no está pasando por el mejor momento
Asentí con convicción. Desde hacía un par de meses mi carrera parecía haberse estancado en una fosa de la que por más que hacía fuerza por salir ni siquiera lograba moverse unos centímetros.
- Desde lo que mi puesto me permite siempre he matizado la confianza plena que tengo sobre ti, desde que saliste de la academia nos has dado muy buenos resultados pero - apoyó sus antebrazos sobre el escritorio - Por mucho que intentemos sacarte adelante ahora mismo supone un gasto impresionante - torció la boca con gesto reacio
No puedo explicar con palabras lo que sentí en ese instante, todo en mi vida se resquebrajó en cuestión de segundos y yo sentí que me desvanecía. Ojalá hubiese sucedido.
- Supongo que esto quiere decir que estoy despedida - casi susurré
- No Ana nunca haría eso con una artista tan completa como tú - entrelazó sus manos - Solo necesitas un empujón hacia arriba para relanzarte, sé que puedes hacerlo - sonrió con sinceridad
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Nuestro momento
Hayran KurguCuando la carrera de Ana Guerra empezó a caer en picado gracias a su relación con Miguel Ángel Muñoz su discográfica decidió ayudarla a relanzarla más movidos por el dinero que ella había generado tiempo atrás que por un verdadero afecto a la artist...