Capítulo 3

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La joven sonrió suavemente al ver a Ubbe tras ella, lentamente caminó hacia él, quien permanecía estático, más parecido a una estatua que a un hombre.

-Has venido... - murmuró sorprendido, ya que, desde la cena, sus esperanzas de volver a verla habían bajado hasta casi desaparecer. Ella sonrió dulcemente a modo de respuesta.

-¿Dónde has estado todo este tiempo?

-Tuve que marchar a mi reino. – La joven comenzó a caminar, dando a entender a Ubbe que no obtendría más información del tema.

-¿Dónde está tu reino? – Preguntó mientras caminaba tras ella.

-Al norte, es un pequeño pueblo costero. – Añadió sabiendo que Ubbe seguiría preguntando. – Es pequeño, pero famoso por los productos que vendemos...

-¿Qué productos? – La joven señaló una pequeña pulsera de perlas a modo de respuesta, Ubbe abrió ligeramente los ojos. – Jamás había visto perlas negras.

-Ni tú, ni los viajeros que pasan por mi reino.

-Si es un pequeño pueblo no puedes llamarlo reino.

-Nosotros no le pusimos ese nombre, sino los viajeros que por él pasan, lo llaman el reino de las perlas.

-¿Y cómo es que no he oído hablar de tu reino? – Ubbe alzaba una ceja mientras la miraba. – Si es tan famoso...

-Porque casi nadie se va, después de conocerlo, todos se quedan a vivir en él, con una condición – La joven miró al muchacho. – Si salen para comerciar, no pueden dar la ubicación del lugar – La muchacha miró a la luna. – Todos lo cumplen, si no, jamás podrán volver.

Ubbe la miraba fijamente, intrigado por ese reino de las perlas del que nunca había oído hablar.

-Y ¿Dónde está ese reino?

-Ya te lo dije al norte. – La joven se detuvo y miró a Ubbe. – Pero, ¿por qué me preguntas solo de mi reino, sin saber si quiera mi nombre.

-Oh. – Ubbe se paró en seco, desde pequeño había querido saber su nombre y, ahora que al fin podía, la visión de valiosos tesoros se lo impedía.

-La avaricia humana, corrompe todos los corazones por igual... - La muchacha caminaba triste, casi enfadada, empezó a caminar más rápido, alejándose de Ubbe, quien la seguía apresurado.

-Espera. – Ubbe se paró frente a ella. – Dame otra oportunidad, solo una más. – La joven le miró fijamente a los ojos y finalmente asintió, Ubbe sonrió triunfante. - ¿Cuál es tu nombre?

-Ligia.

-¿Qué significa? – Ubbe miró con interés.

-La más melodiosa

-Cierto... - Comentó recordando la melodía que minutos atrás estaba entonando. Ligia sonrió ante el comentario de Ubbe. – Antes pregunté yo, ahora te toca a ti. – Ubbe hizo una suave reverencia de forma graciosa, consiguiendo sacar una pequeña y melodiosa risa de Ligia.

-Muy bien... - Ligia miró al mar. - ¿Cuál es tu nombre?

-Ubbe, hijo de Ragnar Lodbrok. – Ante la inexistente reacción de Ligia, Ubbe se sorprendió ligeramente, normalmente todos sabían quien era su padre. - ¿No lo conoces?

-¡Oh! Sí, claro, todos saben quien es Ragnar Lodbrok, es solo que estaba recordando cuando... No importa. – Ligia agitó suavemente la cabeza. – Siguiente pregunta. – Ligia llevó la mano al cordón de cuero que colgaba del cuello de Ubbe. - ¿Por qué lo conservaste? – Ubbe llevó sus ojos al colgante, que ahora reposaba en las manos de Ligia.

-Desapareciste sin más, sentí que era una señal, además, Floki dijo que a lo mejor eras una enviada de Njördr... - Ubbe alzó ligeramente los hombros. – Era un niño...

-Sí – le interrumpió Ligia. – Eras un niño, pero ya no. ¿Por qué?

-No lo sé... – Ubbe entrecerró los ojos. – ¿Eres una enviada de Njördr?

-No lo sé. – Respondió igualmente Ligia con una suave y dulce risa al final. Ambos continuaron hablando toda la noche, sentados en la playa, hasta que unos pasos los interrumpieron.

-¿Ubbe? – El mencionado se giró para ver quien le llamaba.

-Hola Helga. – La mencionada se acercó hasta el joven, pero se detuvo al ver que no estaba solo.

-Iré a pescar y os dejaré solos. – Helga dio media vuelta, pero Ubbe se levantó para detenerla.

-No, espera. – Ubbe caminó hasta ella. – Ven, tengo que presentarte a alguien – dijo señalando a Ligia. – Ella es la enviada de Njördr, la que nos visitó de pequeños. – Comentó Ubbe con un ligero tono de Humor, Helga parecía recordar aquel día y sonrió. – Ella es Ligia. – Ubbe se acercó hasta la nombrada – Y ella es Helga, la esposa de Floki.

-Encantada. – Helga miró algo extrañada. - ¿Eres reina? – Dijo mirando la corona.

-Sí, aún no me acostumbro... - Ubbe la miró extrañado. – Mi madre murió hace pocos meses, y yo tomé el mando.

-¿Cuál es tu reino?

-Es un pequeño poblado al norte.

-El reino de las perlas lo llaman. – Añadió Ubbe. – Te ayudaré a pescar Helga.

Ubbe y Helga empezaron a pescar con unos palos con algo parecido a tres puntas atadas en un extremo, pero casi todos los peces se escapaban. Ligia se acercó a la orilla, metiendo los pies en el agua y caminando hasta ellos, tomando otro de los palos, Ligia comenzó a pescar. Cada vez que ella hundía el palo en el agua, un pez aparecía clavado al extremo. Acabaron llenando dos cubos, que Ubbe y Ligia ayudaron a llevar hasta casa de Helga y Floki. Ligia decidió quitarse la corona, no quería llamar la atención, la guardó en una bolsa que Helga le prestó. No tardaron en llegar a la casa, Floki estaba fuera partiendo leña.

-Helga – Floki saludó a su esposa, dejando los maderos a un lado. – Traes compañía, hola Ubbe y...

-Ligia – Ubbe la presentó.

-Hola Ligia – saludó con una pequeña risa.

-Floki, ¿sabes quién es? – Helga caminó hasta su esposo.

-No...

-Es aquella niña, ¿recuerdas?

-Oh... La enviada de Njördr, que tanto perturbó los sueños del pequeño Ubbe. – Esto último lo dijo en tono burlón mirando al mencionado. – Por fin has vuelto, de pequeño no paraba de ir a la playa para esperarte - Otra risa chillona salió de aquel hombre. – Pero finalmente has vuelto ¿Sabes que aún tiene el colgante? – Floki se acercó a Ligia mientras miraba a Ubbe con una sonrisa burlona. – Pero finalmente Njördr te hizo volver. – Terminó de hablar con una aguda risa.

-¿La presentarás a la reina Aslaug esta noche, en el banquete? – Helga se acercó a Floki para calmarlo.

-No creo que sea bueno que vaya, no quiero interrumpir la celebración - Ligia intentaba escusarse, pero sin efecto, ya que Ubbe empezó a hablar.

-Claro, a mi madre le encantará conocerte, además, así callaré a mis hermanos.

-No sé si yo...

-No te preocupes, será agradable tenerte allí, a la reina de las perlas. – Helga conseguía calmar a la joven, parecía recordarle a su madre.

-De acuerdo, pero antes tengo que hacer algo, mi pueblo tiene unas tradiciones, y deseo cumplirlas. – Ligia dio media vuelta. – Prometo ir esta noche a la celebración. – Empezó a caminar ante la atenta mirada de Ubbe, Helga y Floki.

The soul of the seaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora