-Gracias... - Ligia no sabía que decir, estaba bloqueada, ¿acaso Hvitserk era quien había dejado el brazalete en su casa? Enseguida desechó esa idea, no había visto a Hvitserk interesado en ella, no tenía motivos para regalarle nada. Ligia empezó a relajarse. – Es un regalo. – Dijo sin importancia.
-¿De quién? – Aslaug la observaba intrigada. – Si puedo saberlo, claro...
-No lo sé, lo dejaron en mi casa.
-Interesante. – Comentó Aslaug.
-¿No es de mi hermanito Ubbe? – Ivar sonrió con malicia al ver la negativa de Ligia. – Sorprendente, no ha parado de hablar de ti... - Ivar se silenció un segundo, para después reír silenciosamente. – Por eso se fue... Nuestro hermano está enfadado por la competencia.
-No será por la tuya. - Sigurd miró con burla a Ivar.
-Porque no quiero. – Ivar escupía las palabras con rabia.
-O porque no puedes...
-Basta. – Aslaug silenció a sus hijos. – No habléis así delante de la reina Ligia.
Ligia volvió en sí al oír a la reina Aslaug nombrarla, pues hasta entonces se había quedado estancada en las palabras de Ivar "¿Enfadado por la competencia?" Ligia no se había planteado esa posibilidad, pues no había visto signos de que Ubbe estubiera interesado en ella, pero después de haber pasado años preparándose para suceder a su madre, prácticamente desde que nació, no le permitían relacionarse con nadie de fuera de su entorno, a parte de aquella vez que se escapó en aquel viaje, aquel día que conoció a Ubbe y Hvitserk. No recordaba lo que era relacionarse, y el recuerdo de los hermanos con el que había crecido no ayudaba.
-Disculpadme, pero debo irme. – Ligia se levantó y salió del gran salón, necesitaba estar aislada, sola con sus pensamientos.
Caminó fuera de Kattegat, por el bosque, en dirección al mar, pero unos ruidos llamaron su atención, decidió seguir el sonido para saber que era, cuando se acercó lo suficiente para identificar el sonido decidió dar media vuelta y seguir su camino, pues quería darle intimidad a la pareja, pero parecía que ya habían acabado, Ligia vio a lo lejos como un hombre se levantaba del suelo colocándose los pantalones, al darse la vuelta Ligia sintió como su corazón se encogía de dolor. Caminó lejos de ahí, intentando no ser vista, cuando se alejó lo suficiente empezó a correr hasta saltar por un acantilado, para caer en el mar y dejar que sus lágrimas se perdieran en él.
Ligia no quería volver a Kattegat, decidió pasar el día en una cueva submarina, necesitaba estar sola, no quería ver a nadie, y mucho menos a los hermanos Lodbrok.
"Ligia jugaba con Ondina por la casa de su tía Darya, mientras todas las mujeres alrededor preparaban algunos objetos para un viaje, una mujer fabricaba una esfera de agua hueca para proteger un montón de ropa de la princesa Ligia, ese día la reina Irvette regresaría a su reino junto con su hija y su séquito. Ligia disfrutaba de los últimos momentos en el reino de su tía, habían pasado un mes allí, pues la reina Irvette quería que su hija conociese sus raíces en el Mediterráneo.
Todas las mujeres estaban listas, cargaban unas bolsas de red, con esferas traslucidas en su interior con el equipaje.
-Ligia, Ondina. – Kendra, la nodriza de Ligia y la madre de Ondina, buscaba a las pequeñas, no tardó en encontrarlas, pues unas risas las delataron. – Vamos Ligia, tu madre está esperando. – Las pequeñas corrieron hasta la playa, seguidas por Kendra. Ligia corrió a abrazar a su madre.
-Ve a despedirte de tu tía. – La reina Irvette empujó suavemente a su hija hacia su hermana, la reina Darya, quien en esos momentos estaba embarazada, Ligia abrazó a su tía, tras esto volvió con su madre. – Gracias hermana por tu hospitalidad y mucha suerte con tu embarazo, espero que des a luz a una niña sana y hermosa que pueda heredar tu reino.
-Tened buen viaje, y tú, pequeña Ligia, espero que vuelvas a visitarme.
Tras las despedidas, la reina Irvette, su hija y su séquito entraron a las aguas del mar Mediterráneo, ya dentro, se despojaron de sus vestidos, ya que les dificultarían la larga travesía a nado.
Habían pasado dos días, les quedaba poco para llegar a su reino, la reina Irvette decidió hacer una pequeña parada para que su gente descansara y comiera tranquila. Ligia y Ondina, tras comer un poco de pescado, se escaparon con la escusa de jugar un poco, habían estado nadando hacia la costa, cosa que su madre les había prohibido, unas voces llamaron su atención, unos niños jugaban en la orilla de la playa.
-Ligia, no podemos... - Ondina intentaba detener a la princesa. – Tu madre dijo que no podíamos hablar con humanos...
-Tranquila, no hace falta que vengas. – Ligia miró a Ondina. – Vigila que no venga nadie. – Ondina estaba asustada, pero se quedó vigilando, Ligia nadó con cuidado hasta unas rocas donde se escondió.
-Hay una niña en el agua. – La voz del muchacho sorprendió a la princesa. – Hola. – Ligia se asustó y se hundió, pensando que así se olvidarían de ella. Cuando volvió a sacar la cabeza los niños no estaban en la playa.
-¿Estás bien? – Una voz detrás suya le sorprendió, cuatro ojos azules la miraban fijamente.
-¿Necesitas ayuda? – Ligia lo miraba casi hipnotizada, hasta que la mano del otro joven la sacó del trance, Ligia retrocedió. - ¿No tienes frío? El agua está helada. – Ligia no podía dejar de mirar a los niños, especialmente al que le hablaba, negó suavemente a modo de respuesta para el joven. Ligia se decidió a hablarles, pero algo la detuvo.
-¡En las rocas padre! – Ligia se hundió en el agua, pero no quería abandonar a los niños, de una se arrancó el colgante que llevaba y lo dejó en las rocas justo antes de alejarse de allí nadando."
Una cabeza asomó por debajo del agua. Una joven rubia con ojos grises apareció frente a Ligia.
-Mi reina. – Dijo a modo de saludo.
-Hola Ondina. – Ondina al ser la hija de su nodriza, y haber nacido casi a la vez, se había transformado en una hermana para ella.
-¿Qué te ocurre? – Ondina había dejado las formalidades a un lado, estaba preocupada por ella.
-Nada, solo necesitaba estar sola.
-Puedes intentar engañarme, pero no lo conseguirás en fin, si no quieres hablar de ello, no hay problema, yo solo he venido a avisarte, se acerca la hora de la ceremonia.
-De acuerdo, vayamos. – Ligia se hundió en el agua junto a Ondina, nadaron hasta la playa donde Briseida se encontraba junto a Lorelei, acompañadas por otras mujeres. – Preparémonos para la ceremonia. – Dijo desde el agua, todas las mujeres caminaron hacia el agua, hasta hundirse por completo y nadaron hasta donde Ligia se encontraba, formando un círculo con Briseida en el centro.
Ligia levantó ligeramente los brazos, al igual que el resto del círculo, el viento cada vez era más fuerte, y las olas más altas. Las nubes empezaron a cubrir el cielo nocturno, tapando la luna, una torre de agua en forma de remolino empezó a ascender a Briseida, formando una pared a su alrededor, dejando solo intuir la silueta de la joven a lo alto en el interior. Las nubes empezaron a retirarse levemente, permitiendo que rayos de luna iluminasen al remolino. La lluvia empezó a caer, haciendo que poco a poco el remolino descendiera hasta dejar a Briseida de nuevo en la superficie, junto a las demás. El grupo empezó a regresar a la playa, saliendo del agua con los vestidos empapados y volviendo poco a poco a Kattegat. Ondina miró a Ligia, que permanecía en el agua.
-¿No vas a volver?
-No, al menos no por esta noche, necesito alejarme un poco de... de todo en general.
-De todo, ¿o de dos personas en concreto?
-Ahora no, por favor.
-De acuerdo, pero si no es hoy, será mañana, o al otro, no puedes huir siempre de esto... Desde aquel día que nos escapamos, no has dejado de intentar volver aquí, y ahora que al fin volviste, ¿ya te quieres ir?
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The soul of the sea
Fanfiction¿Y si los vikingos no hubieran estado solos en sus drakkars? Las aguas son profundas y ocultan secretos. Historia basada en la serie Vikings. Esta historia contiene personajes de la serie Vikings y personajes de mi propia invención. Aviso: Puede co...