♦|Capítulo 7|Estoy Aquí|♦

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«Hola estrella fugaz. Hola estrella fugaz, otra vez. He estado esperando.
Ese niño soñador todavía está aquí. Siempre. Justo como aquel día.
Hola estrella fugaz. Hola estrella fugaz, otra vez. He estado esperando.
Incluso si estoy llorando por querer renunciar a soñar. Incluso si estoy sonriendo.
Así que brilla otra vez.»

[***]

 —¡Ya levántate! ¡Se te va a hacer tarde, flojo!—Una voz algo irritada entró en la mente de un chico, el cual aún seguía tumbado en la cama cubriéndose con las sábanas e ignorar lo que recién le habían dicho.

—Te lo estoy ordenando. Levántate. —De nuevo tomó la palabra con un tono aún más demandante haciendo que el contrario rápidamente respondiera. Su voz era terrorífica.

—¡Si señor! —Respondió el menor, levantándose de la cama y moviéndose hacia al baño para ir a bañarse y luego desayunar.

La relación de este par de hermanos era algo peculiar, la mayor parte del tiempo el mayor estaba malhumorado o dispuesto a pelear, pero por alguna razón el menor no sentía miedo, en cambio, intentaba hacerle feliz, causándole muchas veces el efecto contrario.

—¡Genya ya apúrate! ¡La comida se va a enfriar!— Se escuchó una voz desde la cocina.

—¡Voy!—Respondió casi al instante, y saliendo de su habitación con rapidez. Sentándose en la silla para poder disfrutar del desayuno. Y luego de éste poder ir a clases.

—Entonces ya me voy.— Agarró su bolso y dio vuelta dispuesto a irse para luego ser detenido por Sanemi.

—¿Piensas ir con esas apariencias? —Le preguntó y luego señaló su uniforme, el cual estaba totalmente desaliñado.

El mayor acomodó su uniforme, abrochándole los botones y arreglando correctamente la corbata —Mejor —Palpó su pecho y le despidió— Apúrate que llegas tarde —.

—Oh..? ¡si! ¡Gracias hermano! ¡Nos vemos en un rato! —

A pesar de que ambos de alguna manera son malhumorados o tienen mal carácter, en algún momento su verdadera personalidad sale a la luz, y no la que está construida. Y aunque no parezca, su corazón puede llegar a ser el más puro de todos.

[***]

"Cuando el sol cae, los secretos salen junto con la luna"

Hace ya un tiempo, cuando el joven Genya tenía sus 6 años, hubo una "pequeña" discusión en la cocina.
Su hermano, que estaba en el vientre de la mujer, aún no había nacido, solamente estaban su hermano mayor y él.
No quería oír su discusión, porque en algún momento, soltarían alguna cosa hiriente, como veneno saliendo de la boca de una serpiente.
Rápidamente salió corriendo directo al patio de su casa, y se sentó en unos columpios, comenzando a mecerse para tratar dejar de existir por unos minutos.
A lo lejos se escuchaban las voces de sus padres, eran muy fuertes para poder ignorarlos.

—¿¡Porqué casi nunca estás en casa?! ¿¡Sabes lo difícil que es cuidar a dos niños sola?!—

—¡¡Oh claro!! ¡Porque salir y hacer dinero para mantenerlos es un trabajo fácil!—

—¡Debes pasar más tiempo con ellos! ¡Sanemi apenas y se sabe tu nombre!, ¡.. y Genya sólo recuerda tu rostro ..! ¡Eres un extraño para ellos..! —

—¡¡¿.. Pues entonces para qué los tuviste..!? —

Esas palabras resonaron fuertes y repetitivamente en su cabeza, atacando con un puñal su corazón, haciendo así que unas lágrimas comenzaran a brotar de sus ojos.

Unas manos cubrieron sus oídos, en un intento de bloquear el sonido. Giró y vio a su hermano mayor detrás de él, con un rostro algo enojado.

—No llores— Fueron cortas palabras de su parte, pero aún así no pudieron calmar su llanto.

—Pero.. hermano..! —Se puso de frente a él, aferrándose a su cintura y hundiendo su rostro en el pecho del mayor —¡.. Estoy solo..! ¡Mamá y papá no me quieren.. !—Soltó esas palabras mientras mojaba la camisa de su hermano con sus lágrimas.

—No seas tonto— Separó al menor de él, cruzando sus miradas unos segundos. Le dio un suave golpecito en la frente. —¿Acaso yo no estoy aquí? Mientras yo esté aquí, tú no estás solo. ¿Acaso no somos hermanos?.

Sus palabras eran simples, pero el sentimiento que había en ellas era tan caliente y vibrante que hacía que el corazón del pequeño hermano, sintiera de nuevo calidez. Creando así un fuerte e irrompible lazo entre ellos.

Tiempo después, las cosas se normalizaron, los cuatro interactuaron más cercanamente.

En unos pocos meses cuando se aproximaba el parto de la madre; lastimosamente perdió el bebé, y junto a él, la vida de la misma. Quedando ahora el padre y sus hijos. Pero antes de que su vida acabara, sus palabras hacia su marido fueron:
“Cuídalos, hazlo por mí. Hasta que ellos puedan dejar el nido”
Y finalizó con una sonrisa en sus labios.

El mayor trabajó lo más que pudo, pagando los gastos de sus hijos, hasta que su vida llegó a un final, por el exceso de trabajo.

Por lo menos pudo darle lo que necesitaban hasta ahora.

—"Hey cariño, ¿Lo hice bien?" —
—"Lo hiciste perfecto" —

Luego de la muerte de ambos padres, los hermanos Shinazugawa salieron adelante por su propia cuenta, juntos como lo habían dicho de niños.
Aunque el cielo esté oscuro, y no se pueda ver alguna luz a su alrededor, las estrellas siempre estarán allí, aunque no se vean.
Una estrella fugaz aparecerá, pediré un deseo. Para que todas las estrellas brillen, y la luna salga, ellas iluminarán nuestro camino, para seguir adelante, seguir juntos.

[***]

Días Recurrentes | Kimetsu No Yaiba AU Escolar |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora