〽|Capítulo 27|Deseo|〽

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Si una gota de pintura blanca cae en un lugar desbordado de pintura negra ¿Seguirá siendo blanca, o se teñirá?
Asimismo son los seres humanos, dejan su humanidad con sólo ofrecerles grandes sumas de dinero.

Situándonos en el aeropuerto de Japón, Narita.
Aterrizaba exitosamente el vuelo de un famoso CEO, dueño de varias empresas y sucursales, para resumir, un gran e influyente magnate.

Vestía prendas costosas. A simple vista podía notarse que su ropa valía millones.
Su apariencia era muy irreal, era tan apuesto que hasta costaba creer que una persona tan perfecta pueda existir en la faz de la tierra.
Su cabello era ondulado y brillante, de color negro, tan oscuro como la obsidiana. Mientras que sus ojos eran rojizos, como una apetitosa ciruela roja.
Su semblante podía notarse serio e intimidante, incluso si sonreía, su aura desbordaba miedo y temor.

—Bienvenido de nuevo a Japón, presidente— Haciendo una reverencia se mostraba uno de sus empleados.

—Seguro, gracias— Respondió sin interés —Dile a alguien que lleve el equipaje a mi casa —Le ordenó, haciéndole una seña mientras se subía a un lujoso auto.

Sólo esperó unos segundos para que todas sus órdenes fueran cumplidas.

Se dirigía a su casa, que se ubicaba en una colina, la cual le pertenecía por completo.
Ya llegando se salió del auto y caminó hacia la entrada de la casa, donde era recibido por la fila de sirvientas quienes le hacían reverencia mientras le daban la bienvenida.
Al otro extremo de la fila, contrario a él se encontraba su esposa.
Una hermosa y esbelta mujer de cabellos tan negros como la noche acompañado con fulminantes ojos color rojo, era como su fuesen rubíes bañados en sangre.

—Ya llegué, Erika—Mencionó serio, tomando la mano de su esposa.

—Bienvenido —De igual manera, monótona le respondió viéndolo.

Pocas fueron las palabras dichas por estos dos, tan fríos.  No daban la sensación de una pareja felizmente casada, por el contrario, eran tan distantes.

—¿Está Toshikuni? —Le preguntó sin interés, es más parecía que sólo lo decían por decir, sin intención de saber.

—Está por salir de la escuela, ya mandé a alguien a buscarlo —Respondió casi al instante de que le hiciera la pregunta.

Todo era tan lineal, era como si fueran guiones ensayados a la perfección.

No fue dicho nada más, el magnate se fue directo a su habitación, tomó una ducha y se preparó para volver a salir.
Bajando las escaleras de esa gran casa, al echar un vistazo, vio a una figura infantil.

Su apariencia era muy parecida a la de sus padres, cabellos tan oscuros y ojos carmesíes, sus párpados levemente caían por la falta de interés.

—Padre, bienvenido —En tono frío le dio la bienvenida el infante.

—Si, gracias —Aquel hombre se acercó al niño y se puso en frente —Tus notas siguen siendo las primeras ¿Verdad? —Era una simple pregunta, con un tono tan insensible.

—Si padre, he sido reconocido por tres grandes instituciones y he quedado primero en cinco concursos— Ese niño le respondió con monotonía, sin esperar algún tipo de elogio.
—Perfecto, ese es tu deber —Una sonrisa fría se fijó en los labios de ese hombre que se dirigía hacia la salida de su casa.

Días Recurrentes | Kimetsu No Yaiba AU Escolar |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora