Cap. 98

275 34 2
                                    

Se encontraba acostado en el suelo de una estación de trenes abandonada. Sentía adolorido su cuerpo y no era para menos ya que había recibido muchos golpes los cuales lo habían dañado seriamente, inclusive no se iba a sorprender si llegaba a tener una hemorragia interna, pero por suerte no fue así. Un enorme Pokémon eléctrico se encontraba a su lado mientras generaba un poco de electricidad con una de sus colas para iluminar aquel lugar envuelto por las sombras.

Se levantó con algo de dificultad mientras observaba que a la distancia estaba inconsciente un simio de fuego. Observó al gran Pokémon eléctrico y dedujo que él con algo de dificultad los había llevado a ambos a ese lugar abandonado.

— Perdí contra él....

Se mordió el labio inferior para luego golpear el muro que estaba a su extremo derecho. Paul era el último guardián aura, y se le había entrenado durante muchos años, su experiencia en el combate era tal que pudo acabar con la vida de ocho sujetos con habilidades extrañas y que sobrepasaban las de un humano común. Pero aún así, aún así terminó perdiendo contra un chico quien no tenía alguna clase de poder especial, solo era alguien con una gran fuerza física y una voluntad inquebrantable.

El ultimo guardián del aura había tenido una especie de sueño profético en donde veía al mundo sumido en la destrucción, ese mismo sueño le dio las pistas necesarias para conocer el por qué había venido al mundo, y esa razón era la de salvar a toda la humanidad. No era que deseara ser reconocido como un héroe, sino que su sentido del deber era bastante alto al grado de llegar a una conclusión: "si para salvar al mundo debo convertirme en un asesino... pues que así sea."

Tomó esa decisión, llegó definitivamente a esa conclusión luego de que uno de esos seres matara a su maestro. Sin piedad alguna acabó con cada uno de ellos, buscó sus debilidades y desde ahí atacó. No le importó si eran mujeres jóvenes o sujetos con pasados trágicos, él no se media y acababa con ellos de las peores formas. Solo una vez dudó pero esa duda duró unos tres segundos y fue cuando intentó acabar con una chica quien al parecer manipulaba o tenia control sobre el veneno, una joven mujer quien tenía control sobre el metal la defendió o mejor dicho tomó su lugar en ese combate. El guardián recordó que ese combate le costó un poco de trabajo ya que la mujer tenía la capacidad de endurecer su cuerpo volviéndola casi inmune a los golpes físicos además del hecho de darle propiedades similares al acero a diversos objetos.

Un ataque de fuego bastó para que ella se debilitara, para que su cuerpo se volviera más vulnerable que el de una persona normal. Un golpe bastó para perforarle el pecho. Aún cuando su mano estaba llena de sangre, aún cuando el piso estaba manchado de sangre, aún cuando el pecho de la joven estaba bañado en sangre, él no se midió y le dio fuego al lugar donde combatieron para evitar que ella sobreviviera.

En ese momento no sentía remordimientos, o lamentaciones sobre esas muertes, estaba decidido a hacer lo que fuese necesario para poder cumplir su objetivo.

— Los matas por venganza... no porque sean una amenaza.

Nuevamente golpeó el muro pero con mayor fuerza al recordar esas palabras.

No sabía en qué momento se desvió de su verdadero objetivo, o tal vez todo el tiempo se estuvo engañando y excusando sobre el por qué los asesinaba. Sentía un gran respeto por su maestro quien era una persona de buen corazón y con el pensamiento de que un guardián aura debía proteger a todas las personas sin excepciones. Le dolió tanto su muerte ya que después de todo no solo era su maestro... sino también su hermano mayor. Un hombre llamado Quinoa encontró o mejor dicho descubrió que los hermanos tenían un poder extraño sobre el aura y le enseñó al mayor todo lo que sabía ya que padecía de una enfermedad que terminó acabando con su vida y dependía de ese joven enseñarle a su hermano menor todo lo que Quinoa le había enseñado.

VINCULOS IRREALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora