Cap. 73

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Recuerdos lejanos se hicieron presentes en su mente. Un hombre gritándole a su esposa porque se llevara lejos a una niña mientras él intentaba retener a una horda de personas enfurecidas. Las personas armadas y guiadas por el miedo eran de las más aterradoras, haciendo cualquier imprudencia solo por dejarse llevar por aquel fuerte sentimiento. El eco de un disparo hacia alguien quien estaba protegiendo a un monstruo. Un segundo disparo se escuchó y una niña sintió como su progenitora la abrazó fuertemente mientras la llevaba en sus brazos, aquel abrazo dejaba en claro el deseo de protegerla.

Todo ese alboroto fue ocasionado por la pequeña quien no entendía lo que había hecho. Los niños la molestaban mucho, aquellos pequeños la habían hecho llorar en aquel parque mientras seguían molestándola, para que al final ocurriera algo que ni siquiera recordaba. Al recuperar el control de sí misma notó que todo estaba destruido, los árboles habían sido arrancados de raíz mientras se escuchaban los llantos de algunos pequeños. Los padres de aquellas criaturas tacharon a la niña de monstruo y decidieron que un monstruo disfrazado de persona no debía seguir existiendo.

La mujer ya no pudo más pero la alcanzó a llevar a una zona profunda del bosque, la bajó mientras caía de rodillas. Le suplicó a la pequeña que huyera que no viera hacía atrás y buscara un lugar seguro. La niña no entendía por qué su madre jadeaba tanto o por qué sus ojos no mostraban brillo alguno. No sabía que el segundo disparo que escuchó le dio en la espalda a aquella mujer. Posiblemente le había daño un órgano vital pero su deseo de mantener a salvo a su hija le dio la fuerza para alejarse lo más que pudo. La madre le suplicó que no se culpara de lo ocurrido y que siempre la iba a protegerla aunque ella no la pudiera ver. Y con esas últimas palabras, la mujer dejó de respirar mientras quedaba apoyada en un árbol.

Por más que la movía, por más que lloraba la niña no hizo que la mujer despertara. Se secó las lágrimas y huyó. En ese momento la voz de la paranoia y el miedo se escuchó en su cabeza mientras le decía: "todos te quieren hacer daño, eres un monstruo, por tu culpa ellos están muertos". Aun cuando su madre le pidió que no se culpara, la niña de cabello castaño no pudo evitarlo.

— Por... por mi culpa... por mi culpa está muerto... —había caminado hacía él mientras caído de rodillas y veía aquel cuerpo inerte quien yacía sobre un charco de sangre.

Un roedor había quedado noqueado por un fuerte puñetazo y una hermosa criatura de cabello verde presentaba serias heridas mientras había perdido el conocimiento. Ninguno reaccionaba, al parecer habían sido los que más habían sentido el "corte" de lazos con aquel chico. Lyra lo movía para que reaccionara pero no había respuesta. Las lágrimas brotaban a grandes cantidades mientras la desesperación en sus ojos se hacía presente.

— Esto es solo su culpa —murmuró el de cabello purpura mientras presionaba levemente su puño izquierdo y veía a aquel chico— bueno, le di la oportunidad para que se fuera y la desaprovechó. Ahora solo me queda enviarte con él —se dirigió a Lyra.

La castaña no lo había escuchado, seguía fija en aquel joven de cabello negro. Su hermano mayor había llegado para protegerla, una gran emoción la invadió al haber visto eso pero ahora... ahora él estaba muerto y todo por su culpa, o por lo menos eso era lo que la voz de la paranoia y el miedo le decía. Sus ojos los tenía completamente abiertos, no gritó, no entró en una crisis, simplemente las lágrimas siguieron brotando mientras dejaba de sacudirlo.

— Tranquila, lo haré rápido para que no sufras —el sujeto de mirada fría movió ligeramente su mano derecha.

Uno de los muchos fragmentos de aquellos contenedores que habían volado en pedazos se levantó. Apuntó hacía la cabeza de la chica quien no dejaba de ver aquel cuerpo inerte para luego salir disparado.

VINCULOS IRREALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora