Cap. 33

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Una chica de tal vez dieciocho años quien poseía un cuerpo envidiable se encontraba en una tienda de ropa. Se observaba de pies a cabeza en un espejo, posiblemente porque aquel conjunto de pantalón azul y camisa ajustada de manga corta negra con el logo de una flama en el pecho, le había cautivado. Unas deportivas negras eran el acompañamiento perfecto según aquella chica de largo cabello rojizo levantado hacia adelante haciendo que una porción de esta cubriera su ojo izquierdo.

— ¡Me gusta mucho este conjunto! Creo que me lo llevaré.

— Me imagino que se lo llevará puesto —comentó una mujer quien al parecer la estaba atendiendo.

— Pues claro que sí. Ya me aburrí que las personas no dejen de verme, es cierto que soy hermosa pero vamos, el físico no es lo único que debe de atraer las miradas.

La mujer rió con nerviosismo al ver aquel rostro lleno de fastidio de la joven para luego guiarla a la caja registradora. La chica al ver que tenía que pagar le hizo un comentario que incomodó a la empleada:

— No traigo dinero conmigo. Vio que solo traía puesta mi ropa interior, nada más, así que debió imaginar lo que era obvio.

— Pero debe de pagar lo que lleva puesto.

— Hagamos un trato —comentó la chica mientras tomaba una de las prendas más cercanas a la caja— si me deja que me lleve la ropa, no incendiaré este lugar.

La empleada se extrañó un poco con aquellas palabras pero luego entendió perfectamente a lo que se refería aquella chica al ver que la camisa que había agarrado por alguna razón comenzaba a quemarse. La prenda estaba en llamas pero la pelirroja seguía sosteniéndola, era como si el fuego no le hiciera daño alguno.

La mujer supuso que se había topado con una extraña cliente así que no podía poner en riesgo el negocio o siquiera poner a prueba a la chica ya que algo le decía que llevaba las de perder.

— Gracias por su compra —fue lo único que dijo con una sonrisa fingida al momento en que la de camisa negra saliera del local.

— Ya tengo ropa nueva y ahora a buscar a ese chico —murmuró para seguir su camino.

Ash había ido a la mansión Berlitz para que alguien le ayudara con la exagerada cantidad de ropa sucia que habían acumulado las hermanas. Se encontraba en la zona que podía ser llamada "lavandería" mientras colocaba un poco de detergente en una de las lavadoras.

— Vine aquí para que se me hiciera más fácil lavar la ropa de las chicas, y aprovechar para lavar mi ropa y la de Lyra... pero no conté con que Cynthia era igual de desordenada y sucia que ellas y me haría que le lavara también su ropa —se quejó el azabache al momento en que estaba metiendo la ropa oscura a la lavadora.

— Estoy muy metida en mis investigaciones que no tengo tiempo para lavar —habló cierta rubia mientras entraba a aquel lugar llena de maquinas para lavar ropa y llevaba consigo una taza de café— viniste justo a tiempo, me había quedado ya sin ropa limpia —comentó mientras le explicaba al idiota que llevaba abotonada su bata porque ya no tenía blusas limpias y ni siquiera "algo que cubriera sus pechos", ya solo le quedaba la bata sucia que llevaba puesta y aquel pantalón de campana color negro— se siente raro que estén sin un "sostén" —comentó la mujer mientras se veía los pechos— siento que la curiosidad en mí quiere despertar.

— Vaya... ahora ya sé de quién aprendieron a ser unas descuidadas en cuanto a mantenerse con ropa limpia. Dawn es buena para los quehaceres del hogar pero ¿Por qué no le gusta lavar ropa? —Preguntó Ash mientras programaba la lavadora para que esta comenzara con su trabajo.

VINCULOS IRREALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora