• 𝐂𝐔𝐋𝐏𝐀𝐁𝐋𝐄𝐒 •

Capítulo 64

[ Narra _____ ]

En cuanto me bajé del avión me sentí mal. Unas náuseas horribles me entraron, pero me relajé. No sé si estoy haciendo lo correcto. Voy a coger un Uber, y me llevará a casa, así podremos arreglarlo todo. Al fin puedo recoger mi maleta y me dirijo hacia la salida, ahí me espera un coche. Al fin aquí de nuevo.

El Uber estacionó y me bajé sacando mi maleta. Al ver el coche marchar me paré en la acera y chequeé mi celular ¡Cuarenta y dos llamadas perdidas de Christopher! Vaya, tal vez si le importo y no me ha estado engañando con otra que no sea su mujer. Que ironías de la vida. Miro Wattsapp y al abrirla todos mis contactos más recientes me habían escrito algo... "¿Dónde estás?" "Tn, por favor regresa" todos demasiado cortos. Entiendo que estén preocupados, pero no puedo seguir fingiendo al ser parte de una vida que no me pertenece.

De pronto mi teléfono se pone a vibrar. Es Christopher, pero no le contesto. No va a ser tan fácil. No puede engañarme con sus excusas, lo que vi era real. Espero a que se corte la llamada y empiezo a caminar con mi maleta a cuestas. Me llegó un menaje de voz y lo abrí. La voz de Christopher me hizo detenerme. Pero no logró atención de mi parte.

Al fin llegué a mi casa. Abrí la puerta y dejé la maleta en la entrada. Me dirigí a la cocina para tomar un poco de agua. De pronto comencé a escuchar ruidos provenientes del piso de arriba, al llegar me pareció haber escuchado algo, pero no con tanta intensidad. Dejé el vaso en el fregadero y subí las escaleras. El ruido se hacía cada vez más fuerte a medida que avanzaba. Llegué hasta mi cuarto y los ruidos se hacían más intensos. Empujé la puerta que estaba arrimada y me quedé inmóvil. Él estaba en mi cama. Estaba en mi casa con una mujer desnuda encima. Ella no paró de moverse y Mike tampoco se percató de mi presencia. Los gemidos de la mujer aumentaban mientras botaba sobre él. Asqueada cogí mis cosas de nuevo y salí de allí.

No sé qué hacer. No tengo a dónde ir. Chris no me ama, se lo montó con una en su oficina, y si lo hiciera habría venido tras mí. Esa es la verdad.