CAPÍTULO 1
Eric.
El príncipe, gobernante, rico y poderoso, eso había dicho su madre que significaba su nombre. Puede que su madre estuviera demasiado colocada ese día y delirara, como fuera, había días que sentía que el nombre le venía en grande.
Mandas u obedeces, gruñó mientras aparcaba el coche en el garaje.
Siempre lo habían educado bajo ese lema.
Eric, había decidido mandar.
Pero mandar implicaba que se hicieran las 2a.m y estuviera llegando a casa.
Se sentía destrozado, al punto que tuvo que delegar ciertos asuntos, y si había algo que odiaba, era delegar, aún debía controlar los números de la tabacalera y sus inversiones en el extranjero, llevaba un buen tiempo descuidando ese asunto, tenía un hombre a cargo, claro, un contador bastante nervioso, pero con cabeza ágil, el tipo daba pena, pero era fiel, y sin escrúpulos, razón por la que lo mantenía a cargo de sus negocios, los legales al menos, sus otros "negocios" prefería tratarlos personalmente.
Tenía un par de hombres en los que confiaba, claro, eran parte de la familia, pero eran de esa clase de familia que prefieres mantenerte apartados, los llamaba para casos especiales y por norma general prefería tenerlos lejos, digamos que él era el mestizo, y sabía que no todos estaban contentos con eso, de no ser por "el legado" era probable que hubieran intentado matarlo más veces de las que ya lo habían hecho.
Su abuelo era un hombre respetado en los círculos de la Bratvá, había ganado la protección del jefe de jefes, era la razón por la que algunos le eran fiel, pero las cosas comenzaban a irse de sus manos, y sabía que estaba bajo el ojo crítico de muchos que intentaban hacerse con el poder que había conseguido amasar su abuelo en el nuevo continente.
Las cosas se pondrían feas, lo sabía.
También sabía que era lo suficientemente idiota como para estar más preocupado por la boda de su mejor amigo que por los asuntos que la hermandad se traía entre mano.
El pakhan estaba perdiendo poder, los hombres que estaban con él caerían si todo se iba a la mierda.
Acabaría con un tiro en la frente en un descuido, eso era algo que también sabía y dormir comenzaba a ser un problema. Pensar en dirigir, no era lo mismo que hacerlo y mantener un grupo de descarrilados y asesinos en orden no era tarea fácil, su abuelo lo había hecho parecer tan sencillo durante años, que creyó, estúpidamente, que cuando tuviera que ocupar su puesto, las cosas serían más simples. Había pasado apenas un mes de que la noticia del accidente de su abuelo fue oficial, una avioneta desviada era la historia que habían vendido a los medios, un millonario menos en el mundo, el joven heredero inexperto a cargo.
Estaba bastante seguro que no había llegado a oídos de todos o las cosas se habrían puesto peor.Aun se encontraba en ese limbo de tranquilidad que antecedía al huracán, era cuestión de tiempo a que el jefe lo supiera, cuando eso pasara, su vida se transformaría en un caos.
Suspiró agotado.
Su abuelo había sido un Vory, uno que rompió las reglas, razón por la que el Pakhan lo marcó desfigurándole la mitad de la cara, el hermano traidor.
Eric conocía la historia, de antes de que la bratvá aceptara los negocios legales para el lavado de dinero, la tabacalera de su familia por años había sido una marca de vergüenza, para muchos aún lo era, aunque la mayoría se había olvidado del código Vor, pero en los años en los que su abuelo había iniciado su negocio aquello era una sentencia. De hecho la única razón de que no lo mataran y lo dejaran huir a EEUU con su esposa, era que su abuela había sido la hermana del jefe. Y Era la misma razón por la que prácticamente lo habían vendido a él para saldar las deudas desde el maldito segundo en el que nació.
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El legado de Caín (GAY +18)
Teen FictionEric McGraw lo tiene todo, una carrera exitosa, dinero, y un legado de estrechas relaciones con el narcotrafico. Jesse Rogers, es el detective a cargo del caso, recién salido de la academia vive con un solo objetivo en mente: limpiar el nombre...