hola mis amores, como están, llevaba tiempo sin actualizar esta historia, así que hoy les traigo doble cap! los amo.
Capitulo 60
Jesse volvió a masajearse el cuello observando las marcas de dedos en su piel. Estaba en el baño de la oficina de policías, dios. Se mojó el rostro y concentró sus ojos en si mismo.
Lucía cansado. No había dormido bien esa semana y Jesse sabía el por qué:
¿Le tienes miedo? La pregunta de Abrams resonó en su cabeza otra vez como una voz cantarina, burlándose de él. Jesse había dicho que no, pero lo cierto era que... él dudaba que fuera cierto.
Llevó su mano a la parte posterior de su cuello y lo mojó, sus músculos flexionados se marcaron en la camiseta azul oscuro de la policía. Su placa colgaba tranquila a la altura de su estómago recordándole quien era. Era un hombre joven y fuerte.
Un hombre joven y fuertemente aterrado.
A pesar de haberlo negado Jesse creía con certeza en las palabras de Abrams, el realmente lo "sentía en sus huesos" estaba un 80% seguro de que su esposo era un mal hombre. Cielos y aun así no había dicho nada. Ni una palabra, juraba que Eric lo había querido asesinar porque sospechaba de él.
Pero se había detenido ¿no? Jesse sintió un horrible nudo en su pecho.
¿Por qué siquiera no se había atrevido a denunciar eso?
¿Por qué siquiera seguía pensando en tener hijos con ese hombre?
Era una locura.
Jesse solo quería echarse a llorar y que los brazos de Eric lo abrazaran para consolarlo hasta que todo el dolor y confusión en su pecho desapareciera.
Sí, su cabeza estaba dañada.
Muy malditamente dañada.
Eric no podía ser un maldito jefe de la mafia. ¿En qué momento, cielos? ¿Como una sola persona podría hacerse cargo de todo? Su esposo no...
Tal vez si tuviera algún tipo de lazos con los kravets el podía convencerlo para hacer un trato. Sí, el podía quedarse con Eric si conseguía convencerlo de que diera un par de nombres. Podían pedir por un plan de protección de testigos, y si no tal vez reducir su condena al mínimo. un par de años. Jesse podía esperarlo un par de años, ¿Qué era lo peor que podría haber hecho? Eric debía de saber algo que pudiera servir para ayudarlo. Jesse sospechaba que era así pero tenía miedo, mucho miedo de confirmar sus sospechas y que Eric no quisiera colaborar con él. Se había mostrado malditamente terco la última vez que había intentando ayudarlo en la sala de interrogatorios.
Dios, la actitud de Eric había sido como una confirmación para sus sospechas, tan malditamente idéntica a todos los hombres del grupo Eslavo que había interrogado antes. De todos los grupos de crimen organizado de chicago, Los Rusos eran los hombres más tercos frente a la policía. Hasta en los escalafones más bajos, sus pandilleros, era más probable que se mataran entre ellos para arreglar sus problemas antes de que se chivaran.
Esa era una de las razones por las que costaba tanto atrapar a un ruso vivo, se manejaban bajo sus propias leyes y eran de lo más hermético ante la ley. Incluso había visto como muchos preferían recibir condenas interminables que acababan por transformarlos en los lideres dentro del talego.
Parte de Jesse tenía la sospecha que, de realmente pertenecer al grupo eslavo, Eric no se chivaría a nadie.
Malditos rusos y sus códigos de criminales.
Tal vez con los niños de por medio se mostrara más receptivo a olvidarse de ellos, susurró la voz en su conciencia.
Dios, él realmente no podía estar considerándolo de ese modo.
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El legado de Caín (GAY +18)
Teen FictionEric McGraw lo tiene todo, una carrera exitosa, dinero, y un legado de estrechas relaciones con el narcotrafico. Jesse Rogers, es el detective a cargo del caso, recién salido de la academia vive con un solo objetivo en mente: limpiar el nombre...