🖤59🖤

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Capítulo 59

Jesse parpadeó, aun con Eric a horcajadas, clavó sus codos en la cama para incorporarse y se arrastró hasta que su espalda quedó contra el respaldo de la cama. Quedando cara a cara con el pelilargo. 

Lo miró. Eric le mantuvo la mirada.

 ¿Qué había dicho qué?

Debía de estar alucinado por la falta de aire. Probablemente se había desmayado como la última vez y estaba soñando.

Aun jadeando soltó un estrangulado: —¿Qué?

Su garganta dolió y llevó su mano hasta ella. 

Debía de ser un sueño malditamente horrible, porque le había hecho daño, Eric realmente le había hecho daño. Por un momento creyó que no iba a soltarlo. Jesse se sentía asustado y confundido. Incluso a pesar de que la obnubilación del sueño comenzaba a abandonarlo no entendía qué demonios estaba pasando.

Como si pudiera leerlo Eric acercó su nariz a la mejilla de Jesse y le regaló una suave caricia. Jesse se tensó por instinto hasta que el perfume de su esposo lo envolvió, macadamia y algo salvaje, amaba demasiado el olor fresco del cabello de su esposo.

Su labio inferior tembló y de pronto las ganas de llorar lo envolvieron como a un niño incapaz de gestionar sus emociones.

—No llores mi ángel hermoso. —le susurró Eric suavemente limpiando con sus besos las lágrimas que escaparon de sus ojos.—Lo siento.

Eric besó su piel con suavidad antes de apoyar la frente en el hombro de su esposo. Uno de sus brazos sobre el respaldo de la cama donde ahora se apoyaba Jesse, el otro en el colchón junto a la cadera del rubio en un abrazo indirecto que le daba espacio a apartarse si quería.

Jesse estúpidamente no quería. Se sentía perdido, desconsolado, asustado y necesitado de consuelo.Sin detenerse a pensarlo se dejó seducir por el toque pasando uno de sus brazos por el cuello de Eric para acercarlo más a él en un medio abrazo, su corazón asustado dolía, pero paradójicamente era Eric en esos momentos la única persona que podía calmarlo.

—Creí que no ibas a detenerte—La voz de Jesse sonó rota.—Por un momento, creí que...

—También yo.—Admitió Eric y Jesse tembló en un espasmo propio del llanto abandonándolo.

—¿Por qué?

—Tú sabes por qué, Jesse.

El chico negó con un gesto. Su garganta demasiado adolorida para seguir hablando. Eric le mantuvo la vista esperando a que Jesse confesara pero el chico no lo hizo, sus hermosos ojitos verdes lo seguían observando como cordero degollado. Tan inocente y desentendido. Tan malditamente mentiroso y traicionero, una maldita sirena era lo que ese hombre era para él. Suspiró.

—No puedo. Jess, no puedo. Te necesito a mi lado—De mi lado, pensó clavando sus ojos en los de su esposo. Jesse abrió la boca, sus labios regordetes ligeramente separados por la sorpresa, por un segundo estuvo seguro de que su esposo sabía la verdad sobre él, por un segundo ambos supieron que estaban en bandos diferentes. La mano de Eric en el respaldo viajó a su rostro acunándolo para que lo vea a la cara. Jesse jadeo asustado dándose cuenta de su posición de vulnerabilidad.  Estaba solo, desarmado, en brazos de de su enemigo y rodeado de sus hombres. El cordero en la cueva del lobo,  su cuerpo tembló como una hoja mecida al viento.   —tu y yo podemos ser felices. Podemos tener una familia — La mano de Eric que estaba en el colchón subió por el vientre de jesse acariciándolo con sus pulgares tiernamente. —Piénsalo. Tu y yo, muchas noches juntos hasta envejecer juntos, nuestros hijos corriendo por la casa, seríamos buenos padres. 

El legado de Caín (GAY +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora