CAPÍTULO 24
Eric llevaba un buen rato oyendo a alguien llorar en su consulta. No tenía la menor idea de por que lo hacía esta vez. Helena era una paciente que llevaba un par de años tratando. Siempre tenía una crisis nueva, solo que esta vez Eric estaba demaciado ocupado teniendo su propia crisis emocional para prestarle atención.De hecho, estaba teniendo algo así como una gay crisis.
La primera de su jodida vida.
A sus 28 años y considerando que llevaba enamorado de su mejor amigo desde que recordaba iba siendo un poco tarde para comenzar a enloquecer con su sexualidad.
SABÍA como estudioso del psiquismo humano, que no debería asustarle tanto sus parafilias, pero mierda, de SABER a ACEPTAR había un jodido infierno de distancia.
Y que lo condenaran si no se sentía ligeramente abrumado por lo que Jesse había hecho la noche anterior.
Y no. No por el uso de un juguete en medio del acto sexual. No era la primera vez que Eric usaba algún articulo fetichista en medio del acto. Lo había hecho alguna que otra vez. No le iba el cuero, las fustas, o esas mierdas. Le aprecian mamadas mariconas, pero había probado. Podría decirse que había probado bastante en su vida. Y estaba bastante seguro de lo que le gustaba o eso creía.
Que a él lo que lo ponía era el dolor, de verdad, el verdadero, causarlo, castigar y someter al otro, ver su sangre, sí, que Freud tenía un día de campo con él, no lo dudaba. Pero eso no lo había perturbado tanto como sentirse en el lado receptor de ese juego de poder.
Eso sí que Eric nunca lo había hecho. Ni siquiera se le había paso por la jodida cabeza ser el sometido.
No iba con él.
¡Y oh! ¡dios! Tenía que llegar el estúpido poli bueno sin aviso para atarlo a una jodida cama.
¡LO HABÍA ESPOSADO A UNA JODIDA CAMA!
Le había jodido la boca y él... él se había dejado. Mierda.
No.
Lo peor no era eso.
Le había dado el poder al maldito poli.
Y lo que era aún peor que eso... mucho peor aún.
Le había gustado.
Jodido policía sádico con cara de querubín.
Debió desconfiar de él desde el momento en el que lo vio desayunado mientras veía fotos de jodidos niños destripados. Nadie con una mente medianamente saludable hace eso sin sentir al menos un poco de impresión. Pero el maldito lo miraba con sus ojitos brillantes de emoción como si estuviera apreciando una jodida obra de arte.
Eso debió encender sus alarmas. Dios.
Eric se levantó de golpe haciendo que Helena alzara su vista sorprendida y aun con sus ojos completamente llenos de lágrimas lo miró sin comprender que estaba pasando.
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El legado de Caín (GAY +18)
Roman pour AdolescentsEric McGraw lo tiene todo, una carrera exitosa, dinero, y un legado de estrechas relaciones con el narcotrafico. Jesse Rogers, es el detective a cargo del caso, recién salido de la academia vive con un solo objetivo en mente: limpiar el nombre...