Capítulo 29

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Capítulo XXIX: Ron

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Capítulo XXIX: Ron

Atar todos los cabos definitivamente fue desgarrador para Rick.

En la mañana del día siguiente, él fue el primero en despertar... Aunque verdaderamente no había cerrado un solo ojo en toda la noche, sí había permanecido en su celda, repasando toda la situación hasta ese momento que decidió unir las ideas de su mente a imágenes reales.

Entonces llegó a su destino: la celda de Karen. Nadie había tocado ese lugar, ni siquiera Tyresee, por lo que la almohada aún conservaba su sangre.

De pronto imaginó a Karen, durmiendo, quizás adolorida por los síntomas de su enfermedad. Carol ingresado sigilosamente a la celda, acariciando tan dulcemente su cabello al llegar a ella, mientras que con su cuchillo le atravesaba la nuca.

Luego pensó a Carol, tomando su cuerpo, arrastrándola de sus pies mientras que desde su cabeza se esparcía la sangre.

El rastro impregnado en el suelo fue su guía, llevándolo a la puerta que daba al exterior.

Tomó un bote de gasolina, y se detuvo ante la salida, dudando de poder avanzar más allá.

Pero el recuerdo de los cuerpos quemados de Karen y David, como una imagen tan tétrica y feroz, lo atravesó, logrando que se detuviera.

La presión de todo el asunto cayó sobre sus hombros. Rick simplemente huyó lejos de la escena del crimen y seleccionó un auto que pronto cargó con cuchillos y provisiones.

Cuando acabó, se dirigió a la valla para tomar un respiro, y tras recargarse sobre ella, absorto en sus pensamientos, tuvo que darse cuenta de que lo que hacía, era lo que debía hacer...

Debía hacer lo correcto.

[•••]

Otro día había llegado. A los rayos del sol, Tyreese escurría su manchada camiseta sobre un arroyo, mientras los demás revisaban el mapa en un puente más adelante.

—Esto es Tunner Creek. Burnesville debe estar a pocos kilómetros. — Señaló Neferet en el mapa. —Parece la mejor posiblidad de encontrar un auto. —Cuando Bob y Michonne asintieron de acuerdo, enrolló el mapa y se dispuso a retirarse. —Ty. Nos vamos. —Gritó.

Este la miró y luego siguió lavando su ropa.

Bob y Michonne adelantaron su paso.

—¡Ty! —Insistió. —Iremos a un pueblo a unos kilómetros al sur. Ya perdimos toda una noche.

—Mi hermana...—Logró pronunciar. Indiferente de lo que pasaba a su alrededor. — Daryl, y todos los demás seguramente ya están muertos. —Dijo, como si todo su esfuerzo fuera en vano.

Último Trapecio En El Fin Del Mundo|| Daryl Dixon [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora