Capítulo 48

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Capítulo XLVIII:Los Muertos Que Caminan

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Capítulo XLVIII:
Los Muertos Que Caminan

Tres semanas después...

Recorrió curiosa con sus pies el lodo del suelo, buscando en una pequeña desembocadura un poco de agua, pero no encontró más que eso, un suelo húmedo y ranas disecadas por el calor y la deshidratación.

Con frustración comenzó a golpear el suelo con sus pies , cubriendo el anfibio con la tierra.

Daryl y Maggie llegaron justo para ver observar el comportamiento de Sasha con el cual actuaba desde la muerte de Bob y posteriormente, la de Tyreese.

Su cordura a veces parecía inexistente.

La morena negó con su cabeza y alcanzó a su dos compañeros para luego regresar a la ruta.

—Ha pasado un día y medio. —comentó Maggie, con cansancio, mirando a su grupo varios metros adelante. —Ellos tampoco encontraron nada. —

—¿Cómo lo sabes? —cuestionó la morena.

—Lo sé—suspiró cansada.

Daryl, mientras tanto, observaba frustrado a la mujer de esponjoso cabello, esta vez, recogido en dos trenzas, cuando se recostaba sobre el hombro del sheriff, quien la abrazaba y acariciaba con cariño su gran vientre.

Hace tanto tiempo que contenía sus lágrimas con cada momento así que debía presenciar, que ya no sabia ni cómo es que se esforzaba para seguir respirando.

Morir hubiera sido tan fácil en aquella funeraria...

—¿Cuánto nos queda? — cuestionó Maggie. Daryl no podía verla, pues estaba a sus espaldas, pero sentía su amarga tristeza, tan fuerte como la de él por la pérdida de su padre y hermana.

—Unos...cien kilómetros. —respondió su amiga.

—No me refería eso. —

[•••]

—Nefera... Nefera... —la sacudió suavemente. Ella abrió sus ojos con mucho pesar, pues su estado la tenía el doble de cansada y hambrienta que los demás.

—¿Ya mero llegamos? — preguntó al ver que el auto no avanzaba más. Rick acarició su cabeza con una sonrisa apenada y negó.

—Nos quedamos sin combustible. —

Neferet suspiró sonoramente y puso su mejor sonrisa para afrontar un día más.

Aunque sólo estaba fingiendo.

Los demás ya habían salido, Rick bajó, rodeó el auto y abrió la puerta para ayudarla a bajar. No era una altura con la que ella no pudiera, pero le gustaba tener estos tipos de gestos, y sabía ganaba un poco más de su cariño cada día.

Último Trapecio En El Fin Del Mundo|| Daryl Dixon [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora