Capítulo 34

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Capítulo XXXIV: Amor a distancia

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Capítulo XXXIV: Amor a distancia

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El estruendo del disparo que arremetió contra Neferet, retumbó en sus oídos, mientras su conciencia se desvanecía y su cuerpo se desplomaba al suelo.

Sintió el césped crujir bajo su cuerpo, algunas briznas punzantes acariciando su rostro, mientras el hedor a humo y muerte impregnaba el aire en el lugar que había luchado tanto por proteger y hacer prosperar.

Una sola lágrima se deslizó por su mejilla, reflejando la desolación que la invadía. Y antes de sumirse en la oscuridad, sus últimos vislumbres fueron las llamas devorando su hogar, y los cuerpos inertes que yacían en el suelo, creando una imagen que se asemejaba a un cruel infierno desatado en la tierra.

Con un suspiro resignado, se rindió al agotamiento y cerró los párpados, entregándose al destino incierto que le deparaba.

[•••]

Curiosamente, no sólo la mirada del Gobernador y de los desafortunados habitantes de la prisión fueron los únicos testigos en presenciar esa cruel masacre de fuego y sangre; una presencia misteriosa los observaba desde lo profundo del bosque, envuelta en sombras y en silencio.

Y esta persona, este desconocido, lo había visto todo: Desde que un tipo con un parche en el ojo cercenó a un pobre anciano hasta que una pelinaranja emergió del bosque, dandole fin a ese hombre con la misma katana. Y luego observó cómo las llamas danzaban vorazmente sobre la prisión, devorando todo a su paso con su abrasador aliento, obligando a las personas a huir presas del pánico ante su naturaleza destructiva.

Pero algo más había captado su atención, algo mas allá de todo: esa mujer...

Esa mujer de cabello naranja que había utilizado la katana para atravesar el pecho de ese hombre, que luego cayó por un disparó que el sujeto de un ojo soltó antes de morir.

Último Trapecio En El Fin Del Mundo|| Daryl Dixon [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora