Capítulo 42

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Capítulo XLII:No Santuario

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Capítulo XLII:
No Santuario

Parecían agradables, pero yo me quería ir. Acabamos de llegar, pero... Ya era hora de irnos, maldita sea. Cuando les conte de Washington D. C  a una señal del imbécil a cargo, sacaron las armas, y volvimos a nuestro infierno regular. —

—Antes de que se metieran ahí, ¿no vieron a Tyreese? —

—No.—

—Bien.—

—Le pedí que huyera. Yo estaba matando a los caminantes que nos acorralaron. Cuando llegue hacia Beth, era tarde. Fue mi culpa—

—No, no lo fue... —

—¿Alguien vio a Nefera? —

Yo. Ella mató al gobernador. Ella salvó mi vida. La de todos nosotros. Sin ella, yo no estaría de aquí y vamos honrar su memoria haciendo todo lo posible. Sobreviviendo. —

Por más simple que sea, como las hebillas de sus cinturones, estacas de madera, las cremalleras de sus chaquetas...Todo sería utilizado para su defensa. Debían atacar. Debían liberarse. Debían protegerse.

—De acuerdo. Cuatro de los desgraciado vienen para acá. —advirtió Daryl.

—Todos saben que hacer. Primero a los ojos. Luego a la garganta. — indicó Rick. Inmediatamente todos se pusieron en guardia, esperando por que la puerta sea abierta.

Pero eso nunca pasó, en cambio, la escotilla del techo se abrió repentinamente y cayó de allí un pequeño artefacto que el pelirrojo reconoció perfectamente.

—¡Fuera! — ordenó. Aquel artefacto explotó dejando un humo blanco e invasivo. Nublando totalmente la vista de todos, entorpeciendo también sus sentidos.

[•••]

Sentían que las manos lo arrastraban hacia un lugar desconocido. Su boca estaba amordazada, pero los gruñidos de ira no pasaban desaparecidos. Sus oídos captaban el ruido de una sierra funcionando. Y su vista, que apenas se estaba recuperando, lograba visualizar de a momentos, a dos sujetos , utilizando esa sierra... En carne humana.

Aquellos brazos lo arrojaron brutalmente, haciendo que cayera de rodillas. Sus ojos finalmente lograron enfocarse y fijó su reflejo en el acero de la pileta industrial frente a él.

Rick llegó a su lado y luego, Glenn y Bob, junto a dos desconocidos más.

—Bien, alto. —Habló un sujeto a su izquierda, quien había abandonado hace unos instantes su tarea de cortar aquella pierna femenina para afilar una ensangrentada cuchilla. Al poco tiempo, un sujeto calvo llegó junto a él, agitando su bate de béisbol en el aire.

Último Trapecio En El Fin Del Mundo|| Daryl Dixon [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora