Capítulo 41

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Capítulo XLI:“A”

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Capítulo XLI:
“A”

—Creí que podría haber algunas casas en este camino. —comentó Michonne. —Quizás una tienda. Tiene que haber algo de comida aquí, en alguna parte. —

—Miren.—Carl señaló un vehículo más adelante en la carretera que, por la forma en que estaba estacionado, sus vidrios rotos y el caminante al costado del mismo, parecía un accidente.

Michonne acabó con el muerto y sin otra opción, armaron un pequeño campamento allí.

[•••]

Michonne y Rick se mantenían despiertos frente a una pequeña fogata mientras Carl dormía en el asiento de aquel auto abandonado.

—Fue un conejo pequeño. —se refirió a su precaria cacería de la mañana.

—Fue algo. —consoló Michonne.—Aunque hay que reconocer que fue fácil de digerir. —bromeó causando una leve risa en Rick.

—¿Te diste cuenta de que ya solo hablamos de eso? De comida...—admitió pensativo mienstras observaba el cielo. —Había olvidado cómo era tener hambre. —

—Yo también. Ojalá pronto podamos volver a olvidarlo. —

—Estamos cerca. Debemos soportar un día más. — habló mientras pisaba la pequeña hoguera para poder apagarlo. —Si esas personas reciben a otras, tiene qué ser fuertes. Deben tener un sistema. —

—Quién sabe si será real... —suspiró, pero el ruido crujiente de hojas y ramas alertaron a ambos, quienes miraron en dirección del bosque. Rick de incorporó poco a poco, analizando su paronama.

No había nada.

Deduciendo que solo se trataba de un animal pequeño, Rick volvió a sentarse

—Nosotros recibimos gente.—continuó.

—Si. El gobernador también. —

Rick asintió, dándole la razón.

—Si. Siempre lo mismo ¿no? No sabemos hasta que es tarde. Quizás ese lugar ya no existe. —reflexionó antes de quedar completamente paralizado por el frío metal que apretó su sien.

—Válgame el cielo. —

Otro sujeto apareció,apartando la katana de Michonne; dos más llegaron desde el bosque; y el último se dirigió hacia el coche donde se encontraba Carl.

—Metiste la pata imbécil. —se burló quiene apuntaba  Rick. —¿Me oyes? metiste la pata. ¡Llego el día de ajustar cuentas, señor! De reparar daños. De hacer justicia en el maldito universo. ¡Mierda! Yo pensé que iba a tener que olvidarme de este asunto. —rió alegre. —¿Quién me ayuda con la cuenta regresiva? ¡Diez misisipis! ¡Nueve misisipis! ¡Ocho misisipis! —

Último Trapecio En El Fin Del Mundo|| Daryl Dixon [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora