Capítulo 33.

2.6K 329 57
                                    

Capítulo 33.

Apenas Declan abre la puerta entro, he venido tan rápido como pude cuando me dijo que lo habían llamado por las gemelas y no iría al gimnasio, pero no importa cuando mi preocupación por las gemelas es seria.

—¿Ellas están bien?

—No tuvieron ningún accidente —cierra la puerta y me encara—, me llamaron porque hicieron una travesura.

Lo sigo por las escaleras en atónito silencio, bastante incrédula.

—¿Esos ángeles hicieron una travesura?

Vaya, vaya... con razón Declan tiene el ceño híper fruncido.

—Eso dije.

—¿Qué hicieron?

—Escribieron en el espejo del baño.

Llegamos a la sala, ellas están en el sofá y se hunden cuando Declan se coloca frente a ambas, incluso sonríen mínimamente aunque sepan que eso no las salvará.

—¿Fue algo grosero? ¿Una palabrota?

—No, fue esto —Lil, que finalmente reconozco, me pasa su celular y lo tomo. Es una foto.

Ambas se ven en el espejo, debajo de una frase en rojo que dice: La cámara de los secretos ha sido abierta, enemigos del heredero temed.

Me echo a reír.

—¡Chicas! Esto es... —Miro a Declan y borro la sonrisa—, indebido.

>>Además, va tres puntos suspensivos antes de la última palabra.

—Sí que fue indebido, no debieron hacer eso. Están castigadas.

—¡Pero, Dex! —reprocha Brid—. Ya fuimos suspendidas hoy, y al volver iremos a detención.

—Entonces entienden la lección.

—¿Por qué lo hicieron? —pregunto, a la vez le devuelvo el celular que rápidamente Declan decomisa.

—Queríamos hacer una broma genial antes de finalizar el año.

—Muy mal hecho —digo—. Eso se hace el último día, no dos semanas antes.

Declan suspira, pasa una mano por la frente. Señala a Brid.

—Una semana sin leer —Luego se dirige a Lil—. Una semana sin hacer deportes.

Las dos hacen una mueca pero no replican, asienten con la cabeza. Llaman al celular de Declan y él se aleja para contestar, rápidamente me siento en el sofá con ellas.

—Me enorgullecéis —confieso palmeando sus hombros—. Si ninguno de mis hijos hace eso, lo desheredo.

Ambas se ríen.

—¿De quién fue la idea?

—Lil dijo que quería gastar una broma, porque fue nuestro primer año y para dejar una marca, yo propuse esa idea del espejo. Me gusta Harry Potter.

—Dame esos cinco —le digo, efectivamente lo chocamos—. ¿Cómo es que se dieron cuenta en el colegio?

—Una chica entró y nos acusó —Lil entrecierra sus ojos—. Tonta esa.

—Debieron haberlo hecho en el baño de los chicos, generalmente ellos no son tan tontos, y así también buscarían un chico como culpable —hablo mientras enumero—. Tuvieron fallas; para salir exentas de todo castigo deberían hacerlo el último día, y teniendo a alguien vigilando. Y para evitar que las pillen debían escribir de forma diferente a la de ustedes, botar cualquier evidencia lejos, y si las pillaban debían negar todo, eran dos contra una.

A Través de un Corazón Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora