Capítulo 9

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Rebecca.

—Zeus me besó —no entiendo porqué tengo tanto miedo de decírselo, porqué siento que el beso ha sido un error que debí haberlo detenido. No sé porqué siento que debo decírselo a ella— Fue mi primer beso —continúo. Elizabeth guarda silencio. No parece estar enojada aunque lo odia, tampoco se muestra sorprendida de que haya sido mi primer beso. No muestra nada— Nos encontramos de camino a casa y me besó antes de entrar...

—Para —dice en un hilo de voz, carraspea su garganta y habla más fuerte— No me interesa nada de lo que dices. No quiero saber nada de lo que hay entre tú y él.

—Sé que no te agrada —susurro.

Elizabeth se levanta del sofá y alza la voz.

—¿¡No me has oído!? ¡Me vale lo que hagan ustedes dos! ¡Puedes follártelo si te da la gana!

Odio que me griten. Me devuelvo a mi cuarto dejándola ahí de pie. No puedo creer que me haya gritado cuando solo quería compartirle lo que había sucedido, me había dicho que ella estaba ahí para cuando quisiera, cuando me sintiera mal ¡Y es lo que he hecho! Me sentía mal después de que me besó, voy con ella y me trata así. Todo lo que me dijo fue una gran mentira. Me ha gritado y me siento peor que antes. Esa noche, una lágrima se resbala por mi mejilla sin previo aviso. Una lágrima que le abre el camino a otras más. Lloro en silencio sin entender bien el motivo, pero siento que me quito un gran peso de encima.

Organizo mi maleta para la primer salida de último año. Iríamos a un bosque, a convivir con la naturaleza, yo no quería ir, pero Mario me convenció, dijo que sería un buen lugar para aclarar mi mente. Serían 4 días, con 6 horas de viaje. Había agendado una serie de actividades en mi celular, tuve que decirle al señor Daniel que faltaría a sus clases, pero que se lo compensaría la semana siguiente.

Mario será el adulto responsable, cosa que me alivia un montón. Lo veo charlando con un grupo de estudiantes a lo lejos. Elizabeth pasa frente a mí tomada de la mano de su amiga Karla, las ignoro y sigo leyendo mi libro llamado Cada día de David Levithan. Zeus lo trajo a casa la semana pasada, ha sido muy amable conmigo.

—¿Quieres que hablemos? —escucho la voz de Mario.

Niego con la cabeza porque últimamente todas nuestras sesiones se trataban de Elizabeth. De como yo la ignoraba y ella a mí. Él decía que nuestra relación estaba tensa, yo le decía que así debió ser desde el principio. Los autobuses llegan, Mario se levanta a colocar orden en la situación porque probablemente se estén peleando por entrar de primeros. Guardo mi libro en la maleta, me coloco mis audífonos, subo al bus, intento no mirar a los que están sentados porque no quiero ver a Elizabeth. Me siento en el primer asiento libre que encuentro.

—¡Becky! —Zeus me da un fugaz beso en la mejilla.

Es extraño que esté aquí cuando se supone que es un viaje de estudiantes. ¿Cómo habrá logrado llegar? ¿Mario estaba al tanto de la situación? ¿Elizabeth se habrá enojado de nuevo? ¿Qué importa lo que piense Elizabeth? No debo preocuparme por ella.

—Hola.

—Tenemos que hablar —susurra en voz baja.

—¿Sobre qué? —Zeus se ríe.

—De lo que pasó la última vez que nos vimos.

El beso. ¿Por qué quiere hablarlo? Ya pasó ¿no? No podemos volver al tiempo y evitarlo junto con sus consecuencias.

—No hay nada de qué hablar —le subo el volumen a la canción que suena en la radio y observo a través de la ventana.

Quisiera con todas mis fuerzas dejar de pensar en Elizabeth, pero mi mente es engañosa, no deja de pensar en ella ni siquiera en mis sueños. He tardado mucho leyendo el mismo libro porque mi mente no está prestando atención a los párrafos y antes de darme cuenta estoy pensando en Elizabeth y lo que la impulsaba a actuar así de raro, a veces ni siquiera pensaba en sus razones de ser, pensaba en ella así sin más. Y esto comenzaba a desesperarme.

Hasta el fin del mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora