Capítulo 46

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Adrian.

-La mercancía llega mañana en la mañana -me avisa mi asistente.

-¿Y las modelos?

-No hemos logrado contactar las que usted eligió, señor.

Esas modelos son demasiado costosas y tendré que esperar meses para concretar algo con ellas, eso sería después del lanzamiento de mi campaña. No puedo esperar tanto tiempo.

-Cancela las modelos.

-Pero señor...

-Tengo una idea mejor.

Salgo de la oficina y marco el número de Rebecca. Ella puede convencer a Elizabeth de que posen con sus amigas para promocionar mis productos.

Me manda a buzón de mensaje.

-¡No! -me quejo volviendo a llamarle, de nuevo rechaza mi llamada. ¿Por qué no me responde? No es tan tarde, son las 22:30.

Mi segunda opción es llamar a Elizabeth, bueno, si la voy a llamar a ella entonces sí es tarde. Pero necesito aclarar el tema de las modelos, lo hago y me sorprende que responda la llamada.

-¿Qué quieres?

-¡Hola! -digo feliz de que me haya contestado- ¿Cómo estás?

-No estoy de humor.

-Vale, vale, quería saber si tú tal vez quisieras ayudarme con la compañía...

-Y yo quisiera saber qué hace tu esposa en la ciudad.

-¿Natalia está aquí?

-¿Tienes más esposas? -pregunta con sarcasmo- Mira, solo dile que deje de meterse entre nosotras.

-Bien.

Cuelgo la llamada y llamo a Natalia. ¿Qué hace ella aquí? Fui muy específico al decirle que no viniera.

-Adrian -su voz suena temblorosa- Tienes que venir -escucho su sollozo.

-No vas a chantajearme más, Natalia. Te dije que no vinieras -tomo las llaves del auto y voy hacia el ascensor- ¡Es increíble que seas tan manipuladora! -ella sigue llorando del otro lado de la línea- Deja de hacer el mismo truco de siempre. ¿Qué haces aquí?

-Re... -su voz se quiebra- Rebecca está... -no termina la oración.

-Pásame la dirección.

Termino la llamada con un nudo en la garganta. Las puertas del ascensor se cierran. Mi puño impacta contra la pared de acero. ¡¿Por qué nada puede salir bien en esta vida de mierda?! Justo cuando mi hermana es feliz tienen que pasar cosas malas. ¿¡Por qué!? ¿Acaso ella no merece ser feliz? ¿No ha sufrido lo suficiente?

Conduzco hacia la dirección que me envío Natalia. No quiero pensar en lo que está pasando. No quiero esperar algo. Solo tengo que llegar y ver la situación. Nada más ni nada menos.

Busco a Natalia en la sala de espera del hospital, está abrazada a sí misma hecha un mar de lágrimas. Esto es real. Me acerco a ella y la abrazo mientras ella llora en mi pecho.

-¿Qué pasó? -pregunto con la boca seca.

-No... No lo sé -tartamudea- Me llamaron y... -se echa a llorar.

Intento tranquilizarla para que pueda contarme lo que sucedió, sus llantos en vez de disminuir van en aumento.

-Nata -la tomo por los hombros y me agacho para mirarla- Dime lo qué está pasando, por favor.

-Señora Arango -un hombre canoso de bata blanca llama mi atención.

-Dame un momento -me pide en voz baja. Estira sus labios hasta rozar los míos- Te amo.

Hasta el fin del mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora