Capítulo 47

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Siento unas fuertes pulsaciones en mi cabeza, se me dificulta y me quema intentar abrir los ojos, pero algo en mi interior me implora que no me rinda. Lo intento una vez más, fallo. En un pequeño reflejo muevo mi índice derecho, de inmediato una voz se hace presente en mi cabeza.

Rebecca.

Mis ojos se abren de par en par. No entiendo cómo lo que me ha costado tanto hace unos segundos ahora lo he hecho casi de forma automática. ¿Por qué he reaccionado así? ¿De quién es la voz? Y lo más importante ¿Quién es Rebecca?

Observo la habitación con calma. Mi corazón palpita con más rapidez y un cosquilleo recorre todo mi cuerpo. No alcanzo a ver más allá de las paredes blancas ya que alguien se abalanza sobre mí en un abrazo desesperado. ¿Qué le pasa a ella? ¿Qué hago aquí? ¿Dónde estoy?

—Maldición. No vuelvas a hacerme esto nunca en tu vida—dice entre sollozos.

Es su voz. Fue ella quien dijo Rebecca.

Dos hombres entran a la habitación. Uno es alto, delgado y viste de forma casual, tiene el cabello negro rizado y los ojos verdes, el otro hombre es más alto y más musculoso, lleva una ropa más elegante, su cabello es un castaño muy claro casi rubio, y sus ojos son cafés, sus ojos son hermosos.

—¡Rebecca! —grita el de rizos y corre hacia mí.

¿Quiénes son estas personas? ¿Por qué me llaman Rebecca? No entiendo nada. Pensaba que con el tiempo iba a entenderlo, o alguno de ellos se iba a tomar la generosidad de explicarme. Pero, no, ellos solo sueltan sollozos y lágrimas, y ni hablar de la chica que sigue aferrada a mí y no me deja ver su rostro. Los otros dos chicos se ven emocionados y hablan de cosas que no alcanzo a entender, yo solo asiento con la cabeza. Mientras hablan puedo apreciar mejor el lugar en el que me encuentro y parece ser un hospital. Es suficiente. Necesito respuestas.

Estoy dispuesta a hablar cuando la chica levanta su cabeza hacia mí. Sus ojos son iguales que los del chico del mismo café claro, aunque los de ella tienen una extraña combinación con amarillo. Sus ojos están llenos de lágrimas, dudo que sean las mismas lágrimas del principio, porque siento una leve punzada en mi pecho al verla así. Su rostro está muy cerca del mío y puedo detallar cada parte de su rostro, noto sus ojos hinchados, debió haber estado llorando mucho, las pequeñas pecas que cubren su nariz y parte de sus pómulos, noto sus cejas castañas, su cabello negro, sus labios rosados y resecos, el pearcings en su nariz.

Me siento mal por ella. Me pregunto qué relación tendremos.

—¿Cuál es mi nombre? —el miedo que tiene es casi palpable.

Parece que su mundo está a punto de derrumbarse ante mis ojos y no puedo evitar sentirme culpable. ¿Por qué me siento tan culpable si no la conozco? Piensa rápido. Son 3 chicos, ella es muy parecida al otro chico simpático, y para que ella esté tan preocupada por mí... Tiene que ser mi hermana o mi mejor amiga. En cualquier caso, podría decirle hermana ¿no?

—Hermanita, necesito un descanso ¿pueden darme un momento?

La mujer cierra los ojos. No logro ver cómo se siente, ni si he atinado. Cuando abre los ojos después me muestra una sonrisa.

—Haré lo que sea que necesites.

Posa sus labios en mi mejilla y los deja ahí por unos segundos. Se levanta de la silla donde estaba sentada. Los dos hombres me observan estupefactos. La mujer les susurra algo y sin más sale de la habitación.

—Elizabeth —la llama el chico de ojos cafés, ella sigue de largo obligando al chico a seguirla.

Solo quedamos el chico de rizos y yo. Se acerca a mí y saca su celular del bolsillo, la sonrisa de sus labios se desvaneció. Hace algo en el celular y me lo entrega.

Hasta el fin del mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora