Capítulo 28

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Rebecca.

—Te ves adorable —me dice Elizabeth después de ponerme un gorro de navidad.

—La cena no va a estar a tiempo si nadie me ayuda —Karla lanza una indirecta muy directa. Elizabeth rueda los ojos.

—¡Vamos, Ka!!Que a ti y a Zeus les va a quedar de maravilla.

—¿En qué les ayudo? —se ofrece el señor Daniel.

Elizabeth convenció al señor Daniel de venir en navidad y está jugando con mi determinación, mantenerme firme en mi decisión es el reto más difícil que he tenido hasta ahora.

—¿Podemos hablar? —le pregunto a Elizabeth antes de que se marche.

Ella se voltea a verme con una sonrisa llena de esperanza que me hace sentir pena, debí usar otras palabras.

—Sí, lo que tú quieras —me dice con suavidad— Yo quería, Ka, pero hay cosas más importantes —Elizabeth pasa su brazo por mi cintura y me da un beso en la mejilla mientras caminamos.

No sabe cuánto voy a extrañar su cercanía.

—Te escucho —me dice cuando llegamos al cuarto.

Sus ojos están llenos de ilusión ¿por qué todo tiene que ser tan difícil? No quiero lastimarla.

—Dijiste que era tu primera navidad junto a la gente que querías —digo a su lado, ella suelta un suspiro decepcionada porque no hablaré de lo nuestro.

—Sí, ya te dije que puede venir Adrian.

—No es eso —digo buscando el camino en el que decirlo sin que se altere— Es sobre Santiago.

La veo apretar su mandíbula y fruncir el ceño, se me remueve el estómago.

—No quiero hablar de él.

—Pues vamos a hablarlo, siempre te pones a la defensiva cuando hablamos de algo fuera de tu zona de confort —la acuso, admito que pierdo un poco las riendas a causa del miedo.

—Vale —responde con calma— ¿Qué propones, Becca?

—No puedes dejarlo solo porque va a estudiar a otro país.

—Él nos mintió y lo ocultó, son suficientes razones para cortar lazos —me dice alterada.

—No estás enojada por eso —digo para ella, aunque en el fondo lo digo para mí misma también.

—¿Ah, sí? Entonces dime la razón. Ilumíname, Becca —el sarcasmo es evidente.

—No lo sé, por eso estamos teniendo esta conversación.

—¡Genial! Me acusas de no decir la verdad solo porque sí ¡Es fantástico! —se levanta de la cama.

—¿Por qué estás tan enojada? —le pregunto tomando su mano— ¿Puedes sentarte y hablar conmigo de tus problemas?

—Mi problema eres tú —se voltea de manera inesperada dejando sus labios muy cerca de los míos.

Entierro las uñas en la palma de mi mano para no bajar la mirada a sus labios, su loción me hace perder la cabeza. Huele delicioso.

—No es...

—Apropiado —me complementa dando un paso hacia adelante y yo doy uno atrás.

Sus ojos no se separan de los míos a la espera de que yo me rinda ante ellos, la tentación es más fuerte que yo y bajo la mirada a sus labios, estoy a nada de perder y necesito ganar.

—Jugaremos todo lo que quieras cuando Santiago no esté afuera esperando por ti.

Mis palabras alteran a Elizabeth y se separa soltando un gruñido, mientras me da la espalda me tomo un momento para recuperarme, esos labios rojos son una gran debilidad para mí, tendré que ponerle un tapabocas.

Hasta el fin del mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora