Capítulo 39

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Elizabeth.

—Vas a escucharme.

Joder.

Está bloqueando la única salida de este lugar y es más que claro que ella es más fuerte que yo, así que no quedan muchas opciones.

—Ka va a llegar en cualquier momento —intento librarme.

—Le dije que nos diera la noche.

Qué sucia, Becca.

—¿Estás usando la fuerza a tu favor? Qué madura, Becca —digo de forma sarcástica.

—Es cierto, me acosté con Amy —sus palabras con cuchillos apuñalado mi pecho.

—No tenía dudas, gracias por recalcarlo —camino a la salida y ella no se hace a un lado— ¿Qué cojones quieres?

—Cuando estábamos... —se sonroja y deja el término en el aire—... lo único que deseaba era que fueras tú en lugar de ella.

Su confesión me deja con la boca entreabierta. Me es difícil hablar. Su mano acaricia mi mejilla.

—¿Qui... Quieres que le enseñe a Amy a follar bien? —pregunto mirando hacia otro lado. Escucho su risa.

—Sin duda, eres una gran profesora. Pero no podrías enseñarle a hacer el amor.

¿Por qué tiene que ser tan linda? La miro y vuelvo a poner el mundo a sus pies. No puedo evitar pensar que lo daría todo porque fuese feliz.

—Becca, ya lo hablamos —le recuerdo.

—No. Tú lo hablaste. Nunca estuve de acuerdo con esto —da un paso hacia adelante y yo uno atrás.

—¿Te recuerda algo? No sé —finjo no acordarme— Tal vez cuando decidiste que solo íbamos a ser amigas porque yo vivía en tu departamento.

—Lo cambiaría si pudiera —da otro paso hacia mí y yo repito mi acción— No puedo, así que deja de vivir en el pasado.

Camina hacia mí y yo camino hacia atrás hasta que choco contra la pared. Becca muestra una reluciente sonrisa. Dejo mi orgullo a un lado y le hablo con sinceridad.

—Si dejaste entrar a Amy en tu vida, está bien, tú siempre piensas bien las cosas y sé que no fue una decisión a la ligera. Yo no soy... —pone su dedo índice sobre mis labios.

—Shh, deja de hablar —me advierte— No quiero escucharte decir eso ni una vez más, Beth.

—Es la verdad.

—Es la más grande mentira que te he escuchado decir —responde— Eres más que suficiente.

—No lo soy.

—Sí lo eres. Y lo siento muchísimo por haber mentido.

—No te entiendo ¿Cuándo me mentiste? —pregunto preocupada.

—Me dejé llevar por el miedo, porque tú provocas tantos sentimientos y emociones en mí que sentía que perdía el rumbo de mi vida —suelta un suspiro— Cuando tenía 6 años, encontré un cuaderno que decía "Universidad Imperial" en la casa del señor Daniel, le pregunté qué era y me dijo que pertenecía a mi padre, y que esa era la universidad donde mis padres se habían conocido. Yo estaba segura de que quería asistir esa misma universidad, después haría una especialización y establecería una vida allí, pero tú llegaste y... —sus ojos se clavan en los míos—... lo último que quería era sepárame de ti... Así que tuve miedo de que lo único que había perseguido y anhelado durante 10 años hubiese dejado de quererlo con tal de estar a tu lado — mueve sus manos y acaricia mis labios con su pulgar, su otra mano la deja sobre mi cintura. Sé que no podré con tanta presión, no podré evitarlo, la veo relamer sus labios y mi corazón se quiere salir de mi pecho— Así que, me convencí a mí misma, de que mi sueño era asistir a la Universidad Imperial, mentí, porque mi sueño eras tú.

Hasta el fin del mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora