Capítulo 41

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Elizabeth.

Me llevaron al hospital, un amable doctor me sutura las heridas, vamos a la comisaría, Santi me entrega una hamburguesa, una policía me hace preguntas sobre lo que sucedió, le cuento los hechos, ella los anota en una libreta, al finalizar me pasa una libreta donde habla sobre el maltrato.

Salgo de su oficina, Santi y Ka se levantan a abrazarme.

—Eli, todo va a estar bien, ese maldito pagará por lo que te hizo —escucho a Santi.

—¿Dónde está Becca? —pregunto rompiendo el contacto, Ka me toma de la mano y Santi me mira como cachorro lastimado.

—No la he visto desde que salió del auto, le llamaré —responde Santi sacando su celular.

—¿Qué auto? —pregunto sin entender. Santi se lleva el celular a la oreja y da unos pasos hacia atrás— ¿Qué pasó? —le pregunto a Ka.

—Debe estar por venir —dice caminando a mi lado— ¿Tienes hambre?

—¿Está enojada?

—No contigo —me asegura— Oye, vamos a comer algo ¿sí? No has probado tu hamburguesa.

—¿Por qué no está aquí? ¿Con quién está enojada? Quiero verla ¿No quiere verme?

—¡Santo cielo, Eli! —exclama— Deja de hablar como si tú fueras el problema. Todos estábamos muy preocupados por ti incluyendo a Rebe, de hecho, ella fue la que se dio cuenta de todo y gracias a ella pudimos llegar a ti. Porque le importas ¿bien? Y no está enojada contigo ni mucho menos.

—¿Entonces por qué no está aquí? —Santi vuelve a marcar un número en su celular.

—Eli, tenemos que hablar de esto —Ka llama mi atención— Es lo que te iba a decir hoy. Lo que te pasó fue horrible —no está hablando del incidente de hoy— y, necesitas ayuda de un profesional.

—¿Un psicólogo? —clarifico. Ka asiente con la cabeza— Estoy bien, no necesito ir con un psicólogo.

Ka se queda viéndome en silencio, buscando las palabras concretas para decirme que vuelva con un psicólogo, me gustaría que solo me dijera las cosas sin pensar en que soy débil y cualquier cosa me lastimaría.

—No contesta —Santi vuelve a nuestro lado, dejo de ver a Ka— Pero llamé a Gia y me dijo que había pagado la fianza de Adrian —¿fianza?— También dijo que Rebe se llevó el carro de Adrian y que le había pedido averiguar tu anterior dirección —me dice.

Esto está mal.

—¿Por qué? —exijo una respuesta.

Es obvio. Porque lo sabe.

Maldición.

—No tiene sentido —dice Santi negando con la cabeza— ¿Para qué querría saber algo así?

Santiago está confundido, la idea no ha cruzado por su mente.

—¿Le dijiste? —pregunto hacia Ka.

—Jamás se lo diría —se defiende.

—Disculpen la interrupción, ¿De qué estamos hablando?

—Entonces ¿cómo lo sabe? —pregunto aterrada.

—¡Oh! —piensa Santi en voz alta— No creo que ella lo sepa, Eli.

Ella vio a Adrian hoy, él pudo haber mencionado algo.

—¡Claro que lo sabe! —digo caminando a la salida— ¡Es Becca! Tenemos que ir.

Pedimos un taxi, son las 3:25 de la mañana, no tengo ni una pizca de sueño. Necesito estar con ella, no puede hacer una estupidez. Puede sonar imposible, pero puedo sentirla, así como la siento cuando hacemos el amor, o cuando me acaricia con ternura, no puedo explicar cómo pasa exactamente, solo la he sentido y es hermoso, pero esta vez no, lo que siento ahora es horrible.

Hasta el fin del mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora