Elizabeth.
Dejo a Amy en el lago y salgo a pedir un taxi. Necesito visitar al abuelo. Hace casi 1 mes que no lo veo, hablamos por mensaje y nunca me ha dicho que se siente mal o algo que me indique que está enfermo. He estado pendiente de él, muy pendiente. ¿¡Por qué tiene que ser tan testarudo siempre!? Me he ofrecido a acompañarlo a sus citas médicas ¿Qué dice él? "No, no, estoy bien".
Le quemo el timbre de la casa de tantas veces que lo presiono. ¿Por qué tarda tanto? ¿Y si se desmayó o está en medio de un infarto?
Maldita sea.
—Después te pago lo de la puerta —le grito desde afuera de la casa, me preparo para patearla y ¡Boom! La puerta se abre por telequinesis.
Más bien, el abuelo decide abrir.
—¿Por qué tarda tanto? —le reclamo enfadada, él me sonríe— Gracias al cielo que estás bien —le doy un abrazo.
—Llegaste antes de lo previsto —dice el abuelo.
Las persianas de la sala están abiertas, hay mucha luz en la casa.
—¿Tienes visitas? —pregunto desconcertada.
—Quédate a tomar el té.
—Son las 10 de la mañana —le digo cerrando la puerta.
—Un té no le viene mal a nadie.
Me río al escucharlo proclamar las mismas palabras que le dije una madrugada de domingo en la que estaba más que borracha.
—Ya supéralo, abuelo —le digo yendo a la cocina para poner a hervir el agua— Fue una sola vez.
—Inolvidable noche.
—Deberías contestar tu celular, te llamé mil veces antes de venir —le digo.
—La tecnología no es lo mío.
—Y lo mío no es la telepatía, así que tendrás que usarlo ¿Cómo te fue en tu último chequeo?
El hervidor sigue tibio ¿estaba tomando té? No es común que esté tomando el té a esta hora, hay mucha luz en la casa y la gata del demonio no me ha dado su amigable bienvenida como siempre. Tiene que haber alguien.
—Salió bien —me dice el abuelo.
—Tengo que irme, cualquier cosa que necesite puedes pedírmela.
—¿Adónde crees que vas? —me reta.
—Hola, Beth.
Oh no.
Me abstengo de mirarla, el abuelo me está viendo con una sonrisa. Hoy curiosamente está más sonriente que nunca.
—Hola, Rebecca —respondo. Me distraigo preparando un té.
—Tengo que hablar con ambas.
—¿Qué tal si jugamos a que usted nos dice la verdad para que yo pueda irme en paz? —pregunto bebiendo del té. Sabe delicioso.
—Síganme —pide el abuelo caminando a paso tortuga.
No la mires de frente y todo estará bien. No la mires de frente.
De reojo veo que Rebecca lo ha seguido a la habitación contigua, la gata va detrás de ella frotando su cuerpo contra ella, me recuesto sobre el marco de la puerta observando mi té.
—Ustedes dos son importantes para mí.
¿Será que Rebecca ya sabe que en realidad es su abuelo?
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Hasta el fin del mundo.
RandomLa vida de Elizabeth está a punto de cambiar para siempre, ha vivido su corta vida huyendo de los demonios que persiguen a su familia, falta de dinero, adicciones, violencia y enfermedades. Elizabeth Monserrat termina viviendo junto a la chica más e...