Elizabeth.
Zeus me hace caras de idiota, quiero decir, más idiota de lo normal.
—¿Qué te pasó? —le pregunta Gia preocupada.
—Nada, así es su cara al natural —me burlo volviendo mi atención al plato.
—¡Atención! —Natalia se pone de pie y todos la miramos.
—¡Objeción! —exclama Zeus poniéndose de pie.
¿Qué se fumó este?
—Quiero hacer un brindis —continúa Natalia, Zeus toma asiento. La mejor forma de ganarle es ignorarlo, pero le quita toda la diversión— Por mi amada hermana, Rebecca —observo a la hermosa Becca, mantiene su vista fija en la comida. Vaya. ¿Pasa algo entre ellas?— Ella es un orgullo para mí y también lo sería para mis padres si estuvieran vivos.
Sonrío admirándola, tiene tanta razón, Becca es un orgullo, estoy muy feliz por ella porque era muy importante para ella tener la aprobación de su hermana y ahora está aquí presumiéndola delante de todos.
—¿Liza, no tienes ganas de alimentar tu narcisismo e ir a verte al espejo? —escucho al fastidioso de Zeus.
—¿Y perderme este momento maravilloso? —pregunto negando con la cabeza.
Becca levanta la cabeza y sin divagar sus ojos se centran en los míos, ella no está feliz por esto, algo está mal y no entiendo qué. Maldición. Quisiera estar a su lado y poder tomar su mano. Becca mueve sus labios sin pronunciar ninguna palabra, leo en sus labios que me ha regalado un "Te quiero". Una lágrima cae de sus ojos.
—... Ahora que vas a estar donde perteneces, estoy más que orgullosa de ti —continúa Natalia— La Universidad Imperial será afortunada de tenerte.
He oído de esa Universidad antes, es la misma a la que Santiago va a asistir.
Tiene que ser una pesadilla, esto no puede ser real, tengo que estar soñando porque si no... Me quito la venda de los ojos y veo todo con claridad, entiendo por qué estaba tan involucrada y alterada por mi situación con Santi, por qué no había querido tocar el tema de su universidad en tantas veces. Santi estaba en lo correcto, la negación es un arma muy poderosa.
Rebecca.
Elizabeth rompe en llanto y sale corriendo. No iba a cometer el mismo error dos veces, el señor Daniel me dice que le dé un tiempo y yo lo ignoro, Zeus está discutiendo con mi hermana por lo que hizo y las voces de todos me vuelven loca, voy detrás de ella, alcanzo a ver su cabello castaño saliendo del hotel, la sigo tan rápido como puedo, Elizabeth corre por la calle desolada, sobre ella empiezan los fuegos artificiales, la sigo, no sé en qué momento se detiene y levanta su cabeza a observar al cielo, el movimiento de sus hombros me indica que está llorando.
Me duele demasiado verla sufrir, presiono mi pecho con las manos deseando que el dolor se detenga, que deje de doler.
—Te mentiría si te digo que la idea no cruzó mi mente —dice con lentitud— Cuando lo hizo me dije a mí misma que era imposible, que tú me lo hubieras dicho después de saber lo que pasó con Santi.
—Beth —digo en un hilo de voz.
—Lo estaba dando todo por un futuro a tu lado —continúa, su voz se oye destrozada.
—Era mi sueño —le explico limpiando mis lágrimas— Desde que era una niña he querido estudiar en esa universidad, estaba todo planeado y lo único que me retenía aquí eras tú.
—¿No fui suficiente? —pregunta, me acerco hasta llegar frente a ella.
Sus ojos hinchados y enrojecidos, las lágrimas empapando sus mejillas, su labio tembloroso, solo intensifica el dolor en cada parte de mi cuerpo.
—Eres más que suficiente.
—Dijiste que querías estar siempre conmigo.
—¡Y no ha cambiado! —le aseguro.
Elizabeth no vuelve a hablar, solo se escucha el sonido de los fuegos artificiales y la música de festejo del hotel porque un nuevo año ha llegado. Puedo ver su dolor a través de sus ojos. Una moto a toda velocidad hace que empuje a Elizabeth hasta la acera.
—¿Es lo que en realidad quieres, no? —pregunta acariciando mi mejilla, una lágrima más cae viendo el dolor que le causa decir esa frase. Asiento con la cabeza y Beth pega su frente a la mía— Te quiero demasiado, amor. Y seré feliz si eso es lo que te hace feliz.
—Yo también te...
—No —me interrumpe— Ya no lo digas, por favor —me suplica.
—Ok —tenso mi mandíbula conteniendo el dolor, mis dientes rechinan.
—Serás la mejor de tu clase —la escucho sorber su nariz. Veo hacia donde va esto y suelto un sollozo.
—Y tú una estupenda abogada.
—Apuesto a que sí —dice con la voz entrecortada.
—Podemos hacer que funcione, sé que no lo crees, pero podemos hacerlo, Beth.
—Ya basta —susurra.
—Por favor, Beth —le ruego— podemos hacerlo, no te rindas.
—Tal vez sea una señal, lo nuestro nunca iba a funcionar.
—No digas eso —pido con el corazón hecho polvo— Perdóname por no haber tenido el valor de decírtelo.
—Vale —responde casi sin voz.
—¿Nos veremos en el baile de graduación? —pregunto con esperanzas.
—No.
—¿Y en la graduación?
—A lo mejor —miente, ambas sabemos que no va a ser así.
—Te quiero, te quiero, te quiero —repite, se separa para posar con delicadeza sus labios sobre mi frente— Adiós, Rebecca.
Es la primera vez que dice mi nombre, suena ajeno en sus labios. Con eso supe que no había vuelta atrás que Elizabeth se estaba marchando y no podía hacer nada para hacer que volviera. Perdí de vista su silueta en medio de la fría noche, los fuegos artificiales disimulaban mi llanto.
—Te quiero, Elizabeth —grito por todas las veces en las que me lo guardé para mí y lo di por sentado
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Hasta el fin del mundo.
AcakLa vida de Elizabeth está a punto de cambiar para siempre, ha vivido su corta vida huyendo de los demonios que persiguen a su familia, falta de dinero, adicciones, violencia y enfermedades. Elizabeth Monserrat termina viviendo junto a la chica más e...