Elizabeth.
—Tu madre ha ido a casa a preguntar por ti —grita Santi sobre la música.
Un escalofrío me recorre el cuerpo.
—Es una idiota —digo sintiendo el ginebra quemar mi garganta— La próxima vez le dices que me morí.
—¿Qué harás cuando termines la escuela? No podrás pagar la universidad.
—Trabajar —respondo— Conseguí un trabajo al lado de la casa del abuelo de Becca, al que por cierto acabo de faltar.
—¿Becca tiene familia? Pensé que estaba sola después de que sus padres murieron en ese accidente de auto cuando ella tenía como 6 años.
—¿Qué? —dejo los tragos de ginebra a un lado y miro al pelirrojo intrigada— ¿Cómo sabes eso?
—Cuando era más pequeño vivía a su lado, la directora creía que éramos amigos porque mi papá nos llevaba a la escuela juntos —Santi se ríe— Ella nunca hablaba, yo pensaba que era muda. Sigo sin creerme que vivas con ella.
—¿Qué ha sido de ella todo este tiempo? —pregunto frustrada— ¡Solo tenía 6 años! —digo con dolor en mi pecho.
—¡Bájale 2 rayas! No tengo idea —Santi me toma por los hombros— Toma.
Rechazo el trago de vodka que me ofrece y busco mi abrigo para irme. Ahora necesito verla. Después de saber que le ha pasado algo tan horrible y que yo la traté así anoche. Joder. Soy una idiota.
—¿Adónde cree que va, señorita? —me suelto del agarre de Ka— ¿Qué te pasa? —pregunta preocupada— ¿No te quedarás en la fiesta?
—Tengo cosas que hacer.
Salgo apurada, quiero saber cómo está. Aguardo en la parada del bus. Quiero escribirle. Me extraña ver que ella me ha escrito hace unas horas.
Becca: ¿Puedes prestarme los apuntes de ayer?
¿Por qué no tomó apuntes? Ella no es así. Algo anda mal.
Becca: Por favor trae la pomada para desinflamar.
Conozco a Becca lo suficiente como para saber que si pregunta por algo es porque la necesita, le he pedido 3 sudaderas prestadas y nunca me ha pedido que le devuelva ninguno. Mi corazón se quiere salir de mi pecho, mis piernas toman vida propia, corro como nunca antes lo he hecho en mi vida, más rápido de lo que corría para huir de mi padrastro. La llamo quinientas veces. No responde.
Entro a casa gritando su nombre, enciendo la luz de su cuarto, Becca está sentada al borde de la cama frotando sus ojos. Me alivia un poco ver que está bien. En cuanto quita las manos de su rostro puedo ver que uno de sus pómulos está hinchado y rojizo.
—¡¿Qué mierda te pasó?! —pregunto tomando con precaución su rostro en mis manos— ¿Qué te pasó? —repito al no obtener respuesta.
—Un hombre me golpeó.
—¡No inventes! ¿¡Por qué!? ¡Te dije que me llamaras si necesitabas algo! —digo enfadada— ¿Por qué no lo hiciste?
—No te necesitaba.
Me alejo de ella frustrada sin entender cómo fue que un hombre pudo golpear a una niña inocente como Becca. Salgo de la habitación a tomar un poco de aire. Ahora sé que está bien, la he visto con mis propios ojos. Mi corazón deja de sentirse afligido y yo intento controlar mi enojo porque ayer me porté pésimo con ella. Busco la pomada en mi maletín y vuelvo al cuarto.
—No te entiendo —Becca me mira con el ceño fruncido— Ayer querías que ayudara a esa chica, y te enojaste conmigo porque no lo hice —¿qué mierda tiene que ver?— Ahora le he ayudado a la chica y también te enojas ¿qué quieres? —sus ojos celeste se clavan en los míos buscando una explicación.
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Hasta el fin del mundo.
De TodoLa vida de Elizabeth está a punto de cambiar para siempre, ha vivido su corta vida huyendo de los demonios que persiguen a su familia, falta de dinero, adicciones, violencia y enfermedades. Elizabeth Monserrat termina viviendo junto a la chica más e...