Capítulo 45

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Elizabeth.

Becca sigues hablando por teléfono, está enojada de nuevo. Ka entra al dormitorio.

—¿Con quién habla? —me pregunta.

—Con el decano de su facultad.

—¿No habló con él ayer? —me pregunta confundida.

—Sí es cierto —lo había olvidado— Entonces con quien quiera que le siga al decano.

—Rebe va a terminar hablando con el presidente con tal de estar contigo ¿no es eso lindo? —me pregunta Ka acercándose a acariciar mi estómago— Hola pequeña, la tía Ka te quiere un montón, no lo olvides.

—La tía Ka, es una pesada —digo tocando mi vientre, que ha crecido en estos meses— ¿Adónde vas con tanta prisa?

—¿No es evidente? Tengo una cita —dice mientras toma algunos libros de su repisa.

—Me alegra que hayas superado tu enamoramiento por Santi.

—Ja, ja, ja, eres muy graciosa—dice con sarcasmo— Hoy es mi último examen del semestre y necesito aprobar. Nos vemos pequeña, tu tía te ama.

—No sabemos si es niña —digo en voz baja pero ya se ha ido. Becca termina la llamada y se sienta a mi lado en la cama.

—¿Qué tal te fue? —pregunto más por educación que por otra cosa.

—Llamaré a alguien más.

—Ya te dije que no es necesario, Becca, ya está todo listo. Te vas en dos semanas, terminas tu carrera y vienes en vacaciones.

—No —se niega— Tu siguiente ecografía es un mes y no me la voy a perder.

—Santi puede llevarme —acomodo su cabello detrás de su oreja— Puedes volver tranquila.

—¿Sabes qué? Iré yo misma —se levanta de la cama.

Vaya... No pensé que fuera a acceder tan rápido.

—Es genial —respondo con hipocresía. No quiero que se vaya.

—Voy a hablar con el decano yo misma.

—¡Ah! —digo aliviada— Quizás puedas convencerlo —digo disimulando la emoción en mi voz.

—Eso espero. ¿Hoy vas a ver la casa? —pregunta mientras hace algo en su celular.

—No lo sé —digo buscando una excusa— Mañana tengo que entregar un trabajo.

—Ya acabaste tu trabajo la semana pasado —dice buscando algo debajo de la cama, saca una maleta de viaje— ¿Por qué no quieres ver la casa?

—Bueno, porque no tengo suficiente dinero para comprar una casa —digo levantándome a ayudarle— ¿Harás tus maletas desde ya?

—Sí y te he dicho cien veces que dejes de preocuparte por el dinero —guarda la ropa en su maleta— Mi dinero es tuyo, Elizabeth.

—¿Cuánto cuesta?

—Es lo de menos. Deberías ir a verla, te va a encantar —deja un beso en la comisura de mis labios— Natalia llegó de la ciudad y organizó un almuerzo.

—¿Cómo está tu relación con ella? —pregunto viendo las cosas que Becca ha empacado. Ahí está el pequeño gruñonsito. Lo abrazo a mí.

—Mantenemos conversaciones superficiales —dice y se encoge de hombros— No le agradó lo nuestro— Becca me hace señas para que le pase el oso.

—¿Crees que quiera arreglar las cosas? —pregunto haciendo como si gruñonsito estuviese hablando, Becca me muestra una sonrisa hermosa.

—Realmente no sé qué pretende —dice— Ni sueñes que voy a dejar a gruñonsito contigo.

Hasta el fin del mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora