Capítulo 10

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Me pongo de pie, siento un poco de dolor de cabeza después de haber bebido tanto anoche, examino a mi al rededor, no hay nadie, incluso Karla se ha ido. Me doy una rápida ducha y me pongo una blusa rosada con un jean que tiene varios rotos en las piernas. Tomo el collar que me regaló Becca . Ojalá no haya terminado de cagarlo todo. Le doy un beso al collar dado que no se lo puedo dar a ella, decido guardarlo por hoy  y voy hacia la cafetería. Si no estoy mal la cierran a las 8, es decir, en 10 minutos.

Trotar con dolor de cabeza es una pésima idea, pero es mejor a quedar con hambre. Es entonces cuando me pregunto ¿para qué tengo amigos si no me van a levantar para el desayuno? Joder, Karla debe estar enojada (como cosa rara) porque me fui corriendo detrás de Becca. Sí, Elizabeth Monserrat estaba corriendo detrás de otra chica. Justo en el orgullo.

Llego a la cafetería, casi no hay nada en el bufete, me sirvo cereales con leche y un croissant. Busco a mis amigos con la mirada intentando pasar de largo a Zeus junto a Becca, lo que es misión imposible. Zeus me tiene hasta la madre.

—Gracias por despertarme, Ka —digo con sarcasmo— mi amiga se pone de pie, deja un corto beso en los labios de Santi, me mira con una mirada asesina y se marcha de forma dramática—¡Estupendo! —mi sarcasmo es evidente— Dime ¿qué le hice ahora?

—No le cuento a ella sobre tú y Rebecca, tampoco te contaré a ti de sus problemas —responde Santi. Se nota que mi amigo está preocupado, lo que me preocupa a mí también, quiero sacarle información— Pero deberías hablar con ella, o yo debería dejar de ser tan gilipollas —Santi se lleva las manos a la cabeza con estrés.

—Oye, oye —tomo su brazo para que me mire— Lo que sea lo vamos a resolver ¿sí? Hablaré con ella y lo resolveremos. Tranquilo.

Santi me mira como un niño pequeño asustado y asiente con la cabeza.

—¡Atención, chicos! —Mario se posiciona en el centro del comedor— Sé que la fiesta de anoche estuvo increíble —responde con una sonrisa— Espero que hayan tenido una excelente mañana —conociéndolo como lo conozco, sospecho que sabía que el ponche tenía alcohol, quizás incluso sepa que yo y Karla fuimos las responsables— Para hoy tenemos organizadas varias actividades, y en primer lugar tenemos ¡Una carrera de excursión! —Mario hace señas de que hagan silencio cuando los demás se empiezan a quejar, los entiendo nadie quiere hacer una excursión con resaca— Ya hablé con la maestra Aries y el profesor Julio, quienes no participen o no terminen la carrera tendrán 0 en educación física y ciencias naturales —en definitiva Mario sabe jugar sus cartas. Él nos daba libre albedrío, era consciente de todo, pero al final nos hacía pagar las consecuencias de nuestras acciones. Así que espero que no se haya enterado de que fui yo quien mezcló el alcohol— Hay 7 caminos diferentes para llegar hasta el mirador, al llegar deberán tomarse una foto con la cámara que encontrarán en la cima y volver a las cabañas —a medida que las quejas se hacen más ruidosas la sonrisa de Mario se expande más— Se organizarán en grupos de 5, a excepción de Eli —mierda, se ha enterado de que fui yo— Y Rebecca.

¡¿Qué?!

Ella no tiene nada que ver. Mario pasa en medio de todos con una sonrisa de oreja a oreja y yo lo sigo.

—¿Es mi castigo por lo del vodka? —pregunto, Mario se ríe con ganas.

—Eli, si quisiera castigarte, hubiera cambiado a Rebecca de habitación.

Ok. Puedo ver a mi dignidad arrastrándose a mí lado. Es vergonzoso que incluso tu psicólogo sepa que te gusta otra chica con la que para colmo compartes el mismo psicólogo.

—Vale, pero...

—Eli, eres inteligente, deja de querer llamar su atención bebiendo y bailando, y mejor habla con ella de una vez por todas —Mario me toma por los hombros— Rebecca no podrá negarse a la competencia porque me inventé lo de sus calificaciones.

Hasta el fin del mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora