Capítulo 15

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Rebecca.

—¡Alejandra! —exclama Paloma poniéndose de pie— Tienes que volver a casa.

—¿Qué haces aquí? —repite con lentitud, su madre no responde— Vete.

—No me iré sin ti —dice firme su madre.

—Vete —repite con frialdad. Siento que Elizabeth es una bomba de tiempo intentando controlarse.

—Alejandra, tu padre y yo...

—¡No es mi padre, es tu maldito esposo! —estalla— Es una desgracia que tú y yo compartamos la misma sangre.

—No digas esas cosas, Alejandra —dice mirándome de reojo, más preocupada por mi reacción que por las palabras de su hija.

—Paloma, no quiero usar la fuerza —Elizabeth se acerca a la mujer— No tienes ningún derecho de aparecer aquí. No vuelvas a poner un pie en esta casa.

—Aún eres menor de edad —dice Paloma, Elizabeth se echa a reír sin gracia.

La señora Paloma no sabe el cumpleaños de su propia hija.

—Esto es increíble —dice con sarcasmo— Vete antes de que te saque a patadas, Paloma —Elizabeth cierra sus puños con tanta fuerza, sus nudillos están demasiado blancos. Su mandíbula está tensa y la mirada en sus ojos es oscura.

La señora Paloma está a punto de contestarle, me levanto de la silla llamando su atención, porque por alguna razón ella quiere caerme bien, cosa que no conseguirá ni a palos.

—Lo mejor es que se vaya —digo abriendo la puerta de la casa.

—Yo... —Paloma se calla y asiente con la cabeza— ¿Vas a ayudarme a traerla de vuelta a casa? —pregunta, asiento con la cabeza.

No está bien mentir. No está bien que le dé mi palabra a esta mujer sabiendo que voy a incumplirla. Sin embargo, tengo que decirle lo que quiere oír para que se vaya. Una vez se ha ido, Elizabeth me está observando con la misma postura que antes.

—¿Así que vas a ayudarla a que vuelva con ella? —dice, ruedo los ojos— Es bastante simple para ti, solo tienes que correrme.

Camino hasta a ella y tomo sus manos que siguen en forma de puños, ella cede la presión.

—No voy a correrte, no quiero que te vayas.

Elizabeth da un largo suspiro que le quita todo el peso de encima, me da un abrazo muy fuerte. Siento su corazón latiendo con fuerza contra mi pecho.

—Me asustaste, Becca —dice acariciando mi espalda— No vuelvas a dejarla entrar, por favor —su voz es casi una suplicas.

—¡Llegué tan rápido como pude! —escucho la voz de Santiago.

—Pues llegas tarde —le reclama Ka.

—Lo sé, Paloma voló.

El comentario de Santi nos hace reír a todos.

—Ya extrañaba tus burradas —responde Ka.

(...)

Termino de hacer mi trabajo después de tres horas. Concentrarme cuando la música estaba sonando no era nada fácil. Elizabeth entra por la puerta riendo por algún comentario de Ka, me toma de los brazos dando saltos.

—¿Qué quieres? —pregunto con una pequeña sonrisa.

—Tengo el segundo paso para que te enamores —se muerde el labio, la imito inconsciente— Ven, conmigo.

Me jala para que la siga y es lo que hago. Elizabeth tiene muchos arrebatos, pero me gusta. Han acomodado la sala de forma en que los muebles están arrinconados y todo el centro está vacío. Saludo a Santiago con un movimiento de cabeza, no lo he escuchado llegar debido a la música.

Hasta el fin del mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora