Capítulo 21

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Rebecca.

—¡Hey! no esperaba verte aquí —me dice Ka al verme ingresar a la casa— y menos a las 2 de la mañana.

—¿Qué preparaste de cenar? —pregunta Elizabeth y se dirige a la cocina.

Su amiga me da una mirada de reproche, yo ya tuve suficiente con las miradas de reproche del señor Daniel, no le agradó nada verme tan íntima de Elizabeth, ella le agrada, lástima no poder decir lo mismo de su relación conmigo. Justo unos minutos antes, me animé a decirle que lo quería. Después Elizabeth dijo que me quería y si no fuera por la presencia del señor Daniel me hubiese lanzado a sus labios. Ya sabía la cantidad de emociones que podían traer sus palabras, aunque no había explorado esta nueva sensación de sentirse querida e importante para alguien, por primera vez en mi vida desde que tengo memoria alguien me quería y me sentía tan agradecida, no había caído en cuenta de la calidad de vida que tenía antes de ella, me quitó una venda de los ojos.

—No me avisaste que venías —le reclama Ka.

En lo que la rubia y la castaña tienen una pequeña discusión observo los puntos claves en los que hay cámaras escondidas, me aseguro de que han quedado suficientemente escondidas como para que no las noten, Elizabeth es muy despistada y no lo notaría, ella no era mi preocupación, pienso decírselo en algún momento, o al menos, espero que Ka la mantenga al tanto.

—¿Quieres frijoles recalentado para cenar? —me pregunta Elizabeth— Olvida los frijoles, mejor comemos palomitas.

—Porque es más saludable que mis frijoles ¿no? —bromea Ka poniendo sus manos sobre sus caderas.

Elizabeth se ríe sin ninguna vergüenza e intenta con disimulo halagar otras habilidades de Ka dejando en claro que la cocina no es una de ellas. Extrañaba ver a este par discutiendo por todo, porque sí, porque no y por si las dudas.

Le mando un mensaje a Ricky, el recepcionista de la unidad, preguntando por su hora de llegada.

—Linda, te juro que mañana me levanto temprano a hacer tu desayuno favorito —Elizabeth abraza a su amiga y le dice algo que no alcanzo a oír.

Ella es el tipo de persona que siempre tiene una sonrisa en los labios y un brillo en sus ojos, que no le avergüenza expresar su cariño hacia las personas que quiere. Me ha inspirado a hablar con el señor Daniel y decirle que lo quería se sintió como quitarme un peso de encima, un peso que no era consciente que cargaba.

—Buenas noches, guapas —Ka me besa la mejilla— Si van a hacer el delicioso recuerden que también vivo aquí y no tienen que darle hambre al que no tiene pan. Compasión, niñas.

El calor se hace presente en el rostro de ambas, a mi mente viene el recuerdo de lo que pasó hace 3 días, y vivo en un imaginario de lo que hubiera pasado si Elizabeth no hubiera parado.

—Gracias, Ka —responde Elizabeth bebiendo un vaso del agua, lo hace cuando está alterada— Estar tanto tiempo con Santi le ha pegado lo imprudente—dice a modo de disculpa.

—¡Te escuché! —grita Ka. Elizabeth rueda los ojos y se acerca a mí.

—Tendremos que ser muy discretas —susurra de forma sexy, solo oírla me causa un escalofrío de pies a cabeza. El cansancio acumulado se esfuma.

—Si no vas a volver a interrumpir —respondo acortando la distancia, su cuerpo me llama. Elizabeth hace cara de indignación.

—Yo me estaba asegurando de que en serio lo quisieras, señorita —dice en tono juguetón— y a juzgar por la cara que pusiste no estabas del todo convencida.

Hasta el fin del mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora