Lealtades y traiciones III

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III

- Ayer por la noche —dijo Ciri, pero no la que Jaskier conocía, sino la médium con voz innatural - un ejército con las enseñas de Lyria y los estandartes de Aedirn perpetró una agresión contra el imperio de Nilfgaard. Atacaron Glevitzingen, un fuerte fronterizo situado en Dol Angra. Unos heraldos anunciaron en nombre del rey Demawend por las aldeas de los alrededores que, a partir de hoy, Aedirn asume el gobierno sobre todo el país. Llamaron a la gente a alzarse en armas contra Nilfgaard...

> El emperador Emhyr var Emreis dio la orden de responder golpe con golpe. Los ejércitos de Nilfgaard han penetrado esta mañana al amanecer en Lyria y Aedirn.

La voz innatural de Ciri estremecía a Jaskier y le hacía preguntarse una y otra vez quién era, por qué entraba en aquellos trances, si se trataba de ella y sus poderes, u otro ser dominaba su cuerpo y hablaba a través de Ciri. Sabía que no obtendría respuestas, porque ni siquiera Geralt las tenía, por ello había pedido ayuda a Yennefer... Y Yennefer, era por demás hermética y si sabía algo, él esperaba que lo compartiera, pero comenzaba a dudar de qué cosas la hechicera estaba dispuesta a compartir con ellos...

- De este modo, -Tissaia habló y lo arrancó de sus turbados pensamientos. El poeta giró su rostro y miró a la Gran Maestra: - nuestros reyes han mostrado qué gobernantes tan razonables, ilustrados y amantes de la paz son. Y algunos hechiceros han demostrado a qué causa sirven en realidad. A aquéllos que podrían haber evitado una guerra de rapiña los han cargado previsoramente de cadenas de dwimerita y han lanzado contra ellos absurdas acusaciones...

Jaskier miraba todo desde una esquina, intentando no entrometerse (tanto) con asuntos arcanos, de los que poco entendía y a los que mucho temía.

Minutos atrás, Yennefer los había llevado a un salón, en el interior de Garstang donde Jaskier se había encontrado con muchos hechiceros que discutían acaloradamente y de donde habían provenido las voces que habían oído con Ciri. En un rincón que él no llegaba a apreciar, creía que había más magos, pero no estaba seguro.

Ni bien habían ingresado a aquel sitio, Ciri se había sacudido y había gritado y aquella voz metálica, maligna, había salido de sus labios, sus ojos perdieron la gracia que él conocía y Yennefer la sostuvo en brazos para que todos la oyeran hablar. A él le había parecido un abuso por parte de la hechicera de ojos de tormenta, pero Yennefer, glacial como era, simplemente sostuvo a la jovencita y la dejó hablar delante de todos los hechiceros para que escucharan sus profecías.

Había reconocido a Filippa, Sabrina y Triss. Una hermosísima hechicera élfica estaba allí parada, frente a Tissaia, aunque sus manos cargaban esposas, quizás con la misma aleación que las que había puesto en las muñecas de Ciri. Se preguntó si aquella no sería la famosa hechicera élfica Francesca Findabair, de quien se decía que era la mujer más bella del Continente... Algo se retorció en su interior al verla esposada e inquirió que el motivo de su cautiverio había sido simplemente su raza... y le pareció injusto.

Jaskier sabía perfectamente que antes de conocer a Geralt, él habría sido uno de esos humanos que habría deseado la muerte de los "inhumanos", pero luego, había comprendido su error... Y ahora, no le parecía correcto lo que les estaban haciendo.

- ¡A la mierda con todos vosotros! - gritó de pronto Sabrina Glevissig, quien ahora tenía una túnica gris, y ya no aquella blusa transparente y provocativa. Jaskier volvió su atención a la discusión. - ¡Filippa! ¿Qué es lo que significa todo esto? ¿Qué significa ese jaleo de Dol Angra? ¿Acaso no establecimos que no se debía comenzar demasiado pronto? ¿Por qué ese puto Demawend no se ha contenido? ¿Por qué esa zorra de Meve...?

- ¡Cállate, Sabrina! – rugió Filippa.

- Pero no, que hable. - Tissaia de Vries alzó la cabeza. - Que nos hable del ejército de Henselt de Kaedwen que está concentrado en la frontera. Que nos hable de los soldados de Foltest de Temería, que seguramente ahora están echando al agua los botes que habían tenido escondidos en los bosques del Yaruga. Que nos hable del cuerpo expedicionario bajo mando de Vizimir de Redania que está junto al Pontar ¿Acaso creías, Filippa, que somos ciegos y sordos?

Lanza una moneda a tus brujosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora