Línea de destino II

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II

Había en el palacio de Beauclair un corredor, y al final de él una habitación de cuya existencia nadie sabía. Ni la actual señora del castillo, la condesa Anarietta, ni la primera dama del castillo, su tatatarabuela, la condesa Ademaría. Ni el famoso Peter Faramond el arquitecto que reformó de cabo a rabo el edificio. Ni el chambelán Sebastian le Goff, que creía que se sabía todo de Beauclair.

El corredor y la habitación, enmascarados por una potente ilusión, sólo eran conocidos por los primigenios constructores del palacio, los elfos. Y luego, cuando ya no hubo elfos, y Toussaint se convirtió en condado, por un pequeño grupo de hechiceros ligados a la casa condal. Entre ellos Artorius Vigo, maestro de los arcanos mágicos, gran experto en ilusiones. Y su joven sobrina Fringilla, que poseía un talento especial para las ilusiones. Y aquella mismísima noche que se había encontrado con Jaskier y que éste había salido corriendo de su presencia, Fringilla se adentró hacia el pasillo.

La hechicera nilfgaardiana quitó una ilusión de una pared, luego dos más de puertas ilusorias y finalmente estuvo dentro de una habitación con un gran espejo ovalado frente a sí. Rápidamente, la hechicera puso en marcha el telecomunicador. El espejo oval brilló y dentro de éste apareció una sala enorme, donde se encontraba sentada Felippa Eilhart llevando a cabo anotaciones sobre su escritorio majestuoso y envidiable y a su lado una turbada Triss Merigold. - ... la tienen cautiva. No está muerta, ¡te lo aseguro! - escuchó Fringilla que Triss mencionaba.

Las dos mujeres, Filippa y Triss miraron hacia el espejo oval frente a ellas y vieron el reflejo de Fringilla Vigo de Nilfgaard del otro lado. La hechicera morena sonreía, satisfecha.

- Fringilla... - dijo Triss y se enderezó frente a su imagen. - ¿Qué sucede? Te haces presente cuando no hay reunión.

- No saben qué florecilla ha caído en mis garras felinas. - dijo la hechicera.

- Te escucho. - Filippa respondió, severa.

- Jaskier, el poeta amigo de Geralt de Rivia. - Triss Merigold hizo uso de su entereza y no manifestó ninguna emoción en su rostro. Filippa levantó la comisura de su labio.

- Nuestro querido Julian ha vuelto a aparecer. Me preguntaba cuándo volvería a saber sobre él.

- Sí, con una trovadora. Que dice ser su prometida. - agregó Fringilla. Filippa miró a Triss, para que le aclarara el panorama.

- Seguramente se tratará de Essi Daven. - dijo la hechicera de bucles castaños. - Ya sabes, la que Dijkstra ha contrato para que compusiera junto a él aquel cántico de guerra.

- Oooh... Sí, lo había olvidado. - dijo Felippa. - ¿Se han comprometido?

- Ya sabes cómo es Jaskier. - dijo Triss, que por supuesto no se creyó nada de aquello.

- Poetas... - murmuró Filippa. - ¿Y el brujo?

- No ha venido. Pero vendrá. Esos dos no se separan nunca. - sentenció Fringilla. - ¿Qué hago con ellos?

- Mantenlos en el castillo lo más que puedas. Estamos dejando atrás el otoño, pronto será invierno. Mantenlos allí, por lo menos hasta que finalice la primavera. No quiero que se pongan sobre el rastro de Cirilla, ¿me oíste? - ordenó Filippa.

- Por supuesto. En cuanto a Cirilla. Nuestro querido poeta sabe que el ataque de Nilfgaard al palacio de Cintra fue para buscar a la princesa ¿Cómo llegó a esa conclusión? No lo sé. - afirmó la hechicera morena. Triss respiró sutilmente con suavidad e hizo uso de una pequeña dosis de magia para que su sangre mantuviera sus pulsaciones cardíacas en ritmo habitual y no se turbara frente a lo que oía.

Lanza una moneda a tus brujosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora